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Eneko Arteta Delegado de Personal por el sindicato ESK

Salir también de la taquilla

Salir del armario, de la taquilla, en el trabajo puede ser muy positivo para avanzar en la normalización y la visibilidad de lo gay, para concienciar y hacer cambiar la opinión, cuando no las ideas, de nuestras compañeras y compañeros

Ya os podéis casar! ¿Qué más queréis? ¡Mariconazo!», me suelta el compañero, mientras fumamos en la calle el cigarro de la tarde, y se queda tan ancho. Pero hay que volver corriendo al tajo y no tengo tiempo ni ganas de darle la chapa. Después de treinta y ocho años desde aquel 28 de junio de 1969 en Nueva York en que nació lo que celebramos estos días (el orgullo y todo eso), para que un colega que va de «guay» te suelte a la cara semejante aserto.

Mucho ha cambiado todo desde aquella fecha o desde la primera manifa en Iruñea (hace casi 30 años). Una ley no puede transformar la realidad; son demasiados siglos de patriarcado y opresión, así que la reciente ley es un paso más en la equiparación y reconocimiento de derechos, pero queda mucho que hacer contra la exclusión y la discriminación por la orientación sexual o de identidad de género; también en el terreno laboral.

De partida, hay puestos de trabajo en los que es más fácil ser homosexual y no ocultar las expresiones diversas de esta opción. Pero lo tienes más difícil si eres trabajador de la construcción, en la cadena de montaje o enseñante en un colegio privado. Las lesbianas y los gays seguimos padeciendo notorias discriminaciones en la vida colectiva y, por tanto, en el mundo del trabajo, siendo más evidentes cuando se trata de personas transgénero-transexuales. Cuando la orientación o identidad sexual diferente es más visible, da más el «cante», muchas oportunidades laborales están todavía vedadas. Por la discriminación, integrantes de la diversidad sexual no son aprovechados laboralmente y en algunos casos forzados a ejercer oficios relacionados con el estilismo, el espectáculo o, en el peor de los casos, la prostitución. Pero nadie negará a estas alturas que, en contra de los estereotipos, no existen profesiones específicas de gays y lesbianas.

La discriminación en el trabajo se puede manifestar de distintos modos. Muchas veces comienza en el propio proceso de selección: en la entrevista personal, por medio de test psicotécnicos, análisis médicos que incluyen encubiertamente la prueba de detección de VIH... Hay empresas que llegan investigar la vida privada de sus trabajadores, empresas que por tu condición sexual te minusvaloran y no cuentan contigo para la promoción interna, ascensos, responsabilidades; multinacionales como la Coca-Cola, que mientras esponsorizan eventos como el «infinitamente gay» de Madrid, niegan a sus empleados homosexuales derechos que sus colegas heteros sí disfrutan.

Capítulo aparte en esta relación de ejemplos discriminatorios merece el mobbing homófono y transfóbico por parte de empresas y/o jefes que acosan moralmente a los personas por su condición sexual durante un tiempo prolongado, haciendo perder al acosado o acosada su autoestima personal y su reputación profesional, creando un entorno intimidatorio, humillante y ofensivo hasta provocar el hartazgo y pedir la cuenta o bajas por problemas psicológicos.

Partiendo de que nuestra orientación sexual es una cuestión personal, muchas personas gays consideran que salir a la luz sobre la misma no es apropiado o conveniente. Otros no estamos dispuestos a esconderlo. Salir del armario, de la taquilla, en el trabajo puede ser muy positivo para avanzar en la normalización y la visibilidad de lo gay, para concienciar y hacer cambiar la opinión, cuando no las ideas, de nuestras compañeras y compañeros, y especialmente poder ser sinceros cuando compartimos nuestras relaciones, nuestros chismes... aunque a veces también nos toca lidiar con gente ignorante, discriminatoria, que hace comentarios burlones, chistes fáciles sobre los maricas o que tienen actitudes homofóbicas. Mal están las cosas si hay que seguir callándose para conservar el puesto de trabajo. La rebeldía y el orgullo son la clave para saber que siempre tenemos opciones y no debemos sentirnos víctimas de la gente con la que trabajamos. Acabo de leer que en Europa, sólo un 10% de los hombres y un 7% de las mujeres homosexuales han «salido del armario» en sus trabajos. Tras los logros legales obtenidos en los últimos años, ha llegado el momento de «la igualdad real». El mundo laboral, la educación y la asignatura pendiente de la visibilidad son ejes de actuación en los que seguir trabajando y el proceso histórico para erradicar la discriminación laboral llevará su tiempo

Cuando en la próxima salida a fumar me encuentre con mi compañero incordión, le invitaré a que acuda el próximo 28 de junio a la manifestación que con motivo del Día del Orgullo Gay ha organizado en Iruñea la Plataforma 28-J. Y si de paso me ayuda a poner unos carteles en el centro de trabajo, mejor.

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