Ayer por la noche, al acostarse y cerrar los ojos, los niños siguieron viendo el rojo, naranja y amarillo de las llamas. Sus oídos reproducían las risas y los cantos de las brujas. El olor de los cartones y papeles quemados permanecía en las fosas nasales.

Muchas madres y padres tuvieron que llevar a los hijos a casa casi a rastras, cogiéndoles de sus manos de color carbón y explicándoles que ya habían saltado lo suficiente como para alejar las desdichas, que el próximo 23 de junio podrán volver a disfrutar de la fiesta de las hogueras, que ya era hora de dormir... Ningún argumento logró convencer a los pequeños cabezones, porque la noche más larga del año tiene algo que embruja: los brillantes colores alumbran las pupilas, el misterioso movimiento de las llamas atrapa la atención, el cuerpo se calienta, los saltos son emocionantes...

Junto al solsticio de verano, renace con fuerza la alabanza a esta estación, al igual que la luz y los ritos de purificación. La fiesta de San Juan tiene sus raíces en ese solsticio, por eso está enlazada con el sol y la naturaleza. La tradición de saltar por encima del fuego para ahuyentar la maldad es anterior a la cristiandad y se ha transmitido de generación en generación. Nuestros antepasados empezaron a recoger las flores de San Juan en ramos, para proteger así la casa y la buena salud de la familia. Esos ramos permanecían colgados dentro del hogar hasta el año siguiente y salvaguardaban a los habitantes de los malos espíritus y de las brujas. Cuando pasaba el año, tiraban las flores al fuego la víspera de San Juan. Pensaban que el fuego y el agua no les causaría daño si cumplían bien ese rito.

Distintas costumbres

En Euskal Herria, las maneras de encender el fuego cambian de un pueblo a otro. Por poner un ejemplo, en la localidad labortana de Sara se construyen las hogueras con pequeñas ramas, zarzas y ramos bendecidos el Domingo de Pascua del año anterior. En Zegama, se enciende en el fuego una odre, que después una chavala o un chaval lleva colgada de un palo por todo el pueblo. Hoy en día, en numerosos barrios de pueblos y ciudades utilizan viejos muebles inútiles, cartones, papeles y trozos de madera para encender el fuego.

Los más pequeños se toman muy en serio la labor de lograr material. Su ilusión suele ser construir una hoguera gigante, la hoguera más grande del barrio, o incluso del pueblo. Con esa pretensión, las cuadrillas se dividen en grupos más pequeños y cada uno se ocupa de una zona. Los chavales tienen que hacer un gran esfuerzo para mantener el equilibrio encima de la bicicleta, debido a la gran cantidad de papel y cartón que acumulan en la parrilla.

También hay otras costumbres relacionadas con el día de San Juan. Una creencia dice que para curar o mejorar las enfermedades de la piel hay que beber el agua de una fuente concreta, limpiarse con ella o caminar descalzo en prados o herbazales mojados por el rocío del día de San Juan. Por otra parte, las plantas o frutas que se les ofrecen ese día a los santos se llevan a la parte trasera de la vivienda o se cuelgan en la puerta de entrada. En algunos lugares, guardan una parte del ramo para quemarla cuando haya tormenta. Según la creencia popular, la noche de la víspera de San Juan también es la noche de los genios: en ocasiones se pueden atrapar fantasmas, demonios y otros seres dejando abierta una pequeña caja en el monte. Al día siguiente esos genios utilizarán su magia para favorecer al dueño de la caja.

«Gaur dala, bihar dala/Doniane, etzi San Juan/biharamone./ Gaur dala, bihar dala/Doniane, etzi San Juan/biharamone», cantan los niños de la comarca de Urdaibai al saltar por encima de las llamas, con la ayuda de irrintzis y sonidos de txistu. «Gure kalian sorginik ez, ba dagoz bere, erre beitez./ Gure kalian sorginik ez,/ sorginik ez;/ ba dagoz bere, erre beitez/ eta erre beitez».

Además de un rito para ahuyentar los malos espíritus, San Juan supone una gran celebración para numerosas localidades del país. Es el caso de Andoain, que está de fiesta desde el viernes. El de ayer fue para sus vecinos un día repleto de actividades: disfrutaron con el campeonato de tiro a codornices, partidos de pelota, diversos conciertos y pasacalles, la fiesta de la bicicleta... Hasta que las hogueras comenzaron a encenderse hacia las 22.30 de la noche, junto a las campanadas, el sonido de la txalaparta y el chupinazo. Después, actuaron el coro Xingola, la banda de la escuela de música, el grupo de danza Urki y otros artistas. La asociación Agustin Leitza alegró Andoain con la música de los tambores y Anje Duhalde ofreció un concierto en Goikoplaza. En la plaza Nafarroa, la animación corrió a cargo de Straitjackets, Kaiser George, Pontani Sisters y Nemux-Gun Disko Festa.

En Arizkun tampoco faltan actividades. El acto más relevante de ayer fue la comida de carnero, pero también hubo tiempo de jugar al mus y correr tras los gorrinos. Tras dar la vuelta al pueblo saltando de hoguera en hoguera el fuego dio paso a la danza y al concierto del grupo Tximeleta.

Abaltzisketa, Barrika, Bedia, Albeniz, Bermeo, Burgete, Ea Errigoiti, Itsasondo, Donibane Lohizune, Legazpi, Mundaka, Aulesti, Asparrena, Bakio, Amezketa, Orio, Pasaia, Santurtzi, Segura, Urduña, Urretxu, Sondika, Albiztur, Altzo, Eibar... Son muchas las localidades que están celebrando las fiestas de San Juan.

Las de Hernani son unas de las más famosas. Ayer, entre otras actividades, hubo campeonatos de perros de muestra y de tiro al plato, homenaje a las sociedades Elur Txuri y Txalaparta, elegidas por la comisión popular de fiestas para presidir los actos de izada y arriada de banderas, actuación de la banda de txistularis, baile de la comparsa de gigantes y cabezudos, charanga, aurresku infantil... A las 20.30 de la tarde la banda de música recorrió las calles interpretando la Marcha de San Juan y, una hora más tarde, tuvieron lugar la hoguera, el aurresku popular y San Juan Kantaita.

Aunque su patrón no sea San Juan, otras numerosas localidades se han adentrado ya en fiestas, o si no, están preparándose para ello. Irun, Hiriburu, Iruri, Baigorri, Zarautz, Hazparne, Altsasu, Arantzazu son ejemplos de ello.