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PNV, EA y EB se cruzan acusaciones de estar debilitando el tripartito

Los problemas surgidos en varios ayuntamientos y en las Juntas Generales de Gipuzkoa, en los que alguno de los partidos de la coalición de Gobierno de Lakua ha contribuido a arrebatar la alcaldía o la presidencia a otro de sus socios, están dando lugar a un cruce de acusaciones sobre los intereses de cada cual en debilitar el tripartito. Es el PNV quien más está insistiendo en que se siente libre de compromisos.

GASTEIZ

El portavoz del EBB del PNV, Iñigo Urkullu, repitió ayer que EA y EB «están poniendo en cuestión el futuro del tripartito» con sus actitudes en los pactos postelectorales, por lo que les emplazó a que «digan si pretenden finiquitar» este acuerdo político, y evitar, de esta forma, «jugar una ficción» en el caso de que su actitud «no sea leal» con la formación jeltzale. La presidenta de EA, Begoña Errazti, pidió a Urkullu que «no eche más leña al fuego», mientras reclamó que no se pretenda «aprovechar diferencias o decisiones inadecuadas» para «debilitar» al Gobierno de Lakua. Entre tanto, Javier Madrazo, coordinador general de EB, confiaba en el futuro de la fórmula del tripartito, pero añadía que «donde ha tenido problemas ha sido porque alguno de sus miembros ha primado sus intereses partidistas por encima de los generales»

El origen de este cruce de acusaciones se sitúa en que PNV, EA y EB no han conseguido llevar a todas las instituciones la consigna de colaboración mutua y de dejar que accediera a la alcaldía la lista más votada de entre los socios. El PNV reprocha a sus socios los casos de Zumaia, Azpeitia, Busturia, Gautegiz-Arteaga, Muskiz y Gorliz. EA responde que el PNV tampoco ha respetado el compromiso y pone como ejemplo el caso de Sopuerta. Aunque lo más doloroso para este partido ha sido ver cómo se quedaba sin la presidencia de las JJGG de Gipuzkoa por la decisión de EB de votar a la candidata del PSE en castigo por los continuos pronunciamientos de Iñaki Galdos en contra de que la coalición EB-Aralar pudiera formar parte de un pacto para gobernar la Diputación.

El mismo día de la constitución de los ayuntamientos, el 16 de junio, el portavoz del EBB, Iñigo Urkullu, avanzó que «tras la actitud de EA, el PNV es libre para hacer la polít ica que estime oportuna». Aseguró que lo ocurrido tendría consecuencias. Una semana después, los mensajes de ese tipo emitidos desde la cúpula jeltzale se han acentuado. El sábado fue José Antonio Rubalkaba quien apuntaba que el tripartito podía estar «en fase de liquidación». El domingo y ayer Iñigo Urkullu insistía en que la falta de «lealtad» de EA y EB hacia el PNV «está poniendo en cuestión el futuro del tripartito», al tiempo que reiteraba que «el PNV no tiene que estar supeditado al futuro» de otros partidos, sino defender que «por los votos obtenidos es el eje central y que tiene que marcar su propio camino».

Respuesta de Errazti

La presidenta de EA, Begoña Errazti, respondió ayer que «el señor Urkullu sabrá lo que pretende» y añadió que, en cualquier caso, «las amenazas a EA y EB no son convenientes en el ejercicio de la política diaria».

Errazti pidió que no se utilicen decisiones inadecuadas de ambas partes para «debilitar» el Gobierno de Lakua y, de esta manera, «paralizar los intentos de profundización de autogobierno y de ejercicio de soberanía». La presidenta de EA aclaró que no cree que el PNV, en su globalidad, quiera debilitar al Ejecutivo de Ibarretxe, pero dejó entrever que podría haber algún sector interesado en ello.

Errazti también invitó a Javier Madrazo a que haga sus planteamientos donde debe y no en los medios. El coordinador de EB pidió una mesa para negociar la Diputación de Gipuzkoa.

Anasagasti habla de «eje fantasmagórico con fecha de caducidad»

Iñaki Anasagasti se pregunta en su página web si el PNV quiere que le tomen «por el pito de un sereno». Destaca que la coordinación con EA y EB pudo servir frente al «enemigo común» del tándem Mayor Oreja-Redondo, pero dice que «nunca me mostré partidario de un tripartito que en la actual legislatura no le garantiza ninguna votación al Gobierno».

Anasagasti habla de «fantasmagórico eje con fecha de caducidad si no se le devuelve una confianza mínima» y recuerda que el lehendakari no lo necesita.

«O existe lealtad o que cada palo aguante su vela. Lo demás sería por nuestra parte masoquismo e ingenuidad».  GARA

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