Prisa por aprobar un tratado de mínimos y a espaldas de los ciudadanos de la UE
El primer ministro portugués, José Sócrates, declaró ayer en el Parlamento luso que su objetivo en la Presidencia del Consejo Europeo será aprobar el nuevo Tratado lo antes posible. Al hilo de las intenciones de acelerar la construcción europea, no estaría de más mirar atrás para recordar los grandes planes al respecto de Angela Merkel al comienzo de su mandato al frente de la Presidencia. Lo abandona con un pacto rebajado conseguido in extremis, renunciando al reto de la Constitución europea y, a la postre, a la unidad política. Es decir, en lugar de aceleración ha significado la ralentización de la construcción europea. El gran reto de José Sócrates es aprobar lo antes posible un tratado de mínimos que deja de lado los principales elementos de la que debería ser una verdadera unión, todo aquello que choca con los intereses particulares de los estados miembros, los cuales no dan pasos efectivos en el proceso de integración. Resulta significativo que para su aprobación, con la excusa de que es un tratado y no una constitución y al margen de las evasivas de Sócrates, pretenden evitar la consulta popular, lo cual es indicativo de la nula importancia que los líderes europeos condeden a la ciudadanía.