Avanza la desmilitarización y la normalización de relaciones en Irlanda
Ministros unionistas del Ejecutivo norirlandés viajan a los Estados Unidos en una delegación encabezada por el viceprimer ministro, Martin McGuinness, mientras el Ejército británico se retira del Sur de Armagh. Estas son las realidades de la «normalización» política.
Soledad GALIANA
En semanas como ésta, el término «normalización» se llena de significado. Porque el lunes fue el día en el que Martin McGuinness se sometía a su primera sesión de preguntas por parte de los parlamentarios de la Asamblea de Belfast y los militares británicos abandonaban su última base militar operativa en el sur de Armagh, corazón emblemático del movimiento republicano.
La Asamblea, cuyos muros han presenciado enfrentamientos, insultos y sarcasmos, ahora recoge el aburrimiento de la política del día a día, en el que la historia se hace de manera imperceptible.
En general, se puede adivinar que se ha acabado con el proceso político de los grandes gestos para dar paso al «aburrimiento» de la rutina y el pragmatismo. En el encuentro del viceprimer ministro norirlandés, Martin McGuinness, con los diputados no hubo salidas de tono.
El único recordatorio del pasado en esta Asamblea se produjo cuando se cuestionó si la fidelidad de McGuinness era para con la Asamblea o los órganos de dirección del IRA, a lo cual McGuinness respondió diplomáticamente que el es fiel a mucha gente e instituciones, como a su familia o a la Iglesia católica, sin que ello interfiera en sus actividades políticas. Hubo sonrisas cuando ante una de las preguntas de los parlamentarios, McGuinness requirió la presencia de uno de los funcionarios para responder a una cuestión que, claramente, no esperaba. Una sesión histórica en la que sólo destaca la anécdota.
McGuinness anunció que el próximo miércoles la mitad del Ejecutivo norirlandés viajará a Estados Unidos en un intento de conseguir que el apoyo por el establecimiento del Ejecutivo norirlandés se traduzca en inversión económica, y para ello cuenta la impresión de unidad que su presencia como republicano junto con ministros del DUP creará en la clase política y financiera estadounidense. McGuinness es el principal invitado en el prestigioso Festival Smithsonian.
Mientras tanto, a pocos kilómetros de Belfast, la comunidad nacionalista sí vivía un momento histórico con el cierre de la última base militar británica en el sur de Armagh.
La que fuera la zona más militarizada de Europa Occidental, laboratorio de las técnicas de contrainsurgencia británicas, con los habitantes de la zona como conejillos de indias, se ha visto beneficiada del proceso de desmilitarización que culminará en agosto cuando el número de efectivos británicos en el norte de Irlanda se reducirá a 5.000, una quinta parte del total de soldados presentes en el área en los momentos álgidos de conflicto.
El lunes le tocó el turno a la base de Bessbrook Mill. Una ceremonia marcó la marcha de los últimos veinte efectivos militares presentes en el sur de Armagh, en un nuevo paso hacia el final de la llamada Operación Estandarte, en el marco de la cual la Policía norirlandesa recibía el apoyo del Ejército para llevar a cabo sus tareas.
Es significativo que el último soldado británico víctima de un francotirador del IRA, Stephen Restorick, cayera cuando se participaba en un control a las puertas de la base en 1997.
«El cierre de Bessbrook es significativo porque es nuestra última base en el sur de Armagh, que siempre ha sido un área de interés operativo», señaló el general Parker ante la retirada de los soldados británicos.
Aunque el primer ministro norirlandés, el unionista Ian Paisley, no viajará a EEUU esta semana, el republicano Martin McGuinness anunció que ambos visitarán Washington en un viaje conjunto antes de fin de año.
«Sinn Féin puso sobre la mesa la desmilitarización de comunidades como la de Armagh. Estamos contentos de haber llegado a este punto», declaró Conor Murphy, ministro de Desarrollo Regional.
La decisión de la Fiscalía pública norirlandesa de no juzgar a miembros de las fuerzas de seguridad por su colaboración con paramilitares lealistas en la muerte del abogado nacionalista Pat Finucane en 1989 ha sido condenada por la familia del abogado y grupos de derechos humanos. El hijo mayor de Pat Finucane, Michael, expresó el enfado y desencanto de la familia con la decisión, que asegura es una nueva expresión de la cultura de «connivencia y ocultamiento» y acaba con la esperanza de que se haga justicia a las victimas de la violencia de Estado. La Comisión de Derechos Humanos coincide con Finucane y afirma que «la responsabilidad y transparencia del Estado en su habilidad para investigarse a sí mismo es claramente cuestionable».
La decisión de la Fiscalía se produjo horas antes de la nominación del nuevo Defensor del Pueblo ante la Policía, el canadiense Al Hutchinson -que desde el 2001 ha supervisado la reforma de la Policía norirlandesa-, que sustituirá a Nuala O'Loan en noviembre.