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Una muela desvela la identidad de la legendaria Hatshepsut, que gobernó en el Antiguo Egipto

Una pequeña muela ha sido finalmente la clave para desvelar uno de los grandes enigmas que todavía quedaban pendientes en egiptología, el paradero de la momia de la reina Hatshepsut.

Susana SAMHAN | EL CAIRO

A bombo y platillo, el «gurú» de los arqueólogos egipcios, Zahi Hawass, reveló ayer en el Museo de Antigüedades de El Cairo, ante una concurrida audiencia de periodistas nacionales y extranjeros, que la momia, que se creía desaparecida hasta ahora, estaba en realidad «extraviada» en el tercer piso del edificio.

Como si se tratara de un rompecabezas, Hawass explicó que supo que la momia, de cuerpo presente durante la rueda de prensa, y a la que le falta un diente, era la de la reina cuando vio que una muela, encontrada en una caja con vísceras de Hatshepsut, se adaptaba a su dentadura. Gracias a esa muela, la momia de Hatshepsut tuvo ayer su puesta de largo ante la prensa junto a la de su nodriza Sitra. Para la ocasión, las dos momias aparecieron en sendas urnas de cristal, envueltas en sudarios, ajenas a todo el revuelo que había a su alrededor, durmiendo su sueño eterno.

Hatshepsut se reveló ayer como un personaje carismático capaz de mover multitudes, dada la expectación creada en torno al hallazgo de sus restos. Hija de Tutmosis I, esposa de Tutmosis II y madrastra de Tutmosis III, Hatshepsut, cuyo nombre significa «la unidad de Amun delante de los nobles», fue la reina-faraón que gobernó durante más tiempo (1502-1482 a.C.) en el Antiguo Egipto.

Ayer, la reina, o más bien su momia, volvió a revivir sus momentos de gloria cuando Hawass confirmó lo que ya era un secreto a voces, que ya había saltado a los medios. Que la momia de Hatshepsut es una de las dos halladas en 1903 por el arqueólogo Howard Carter, descubridor de la tumba de Tutankhamon en 1922, en la tumba 60 del Valle de los Reyes, y que más tarde fue trasladada al museo. En esa tumba, los arqueólogos hallaron una momia en un sarcófago identificada como los restos de Sitra, la mujer que amamantó a Hatshepsut. Junto a Sitra, había una momia en el suelo, que nadie pudo identificar, aunque «tenía el brazo izquierdo doblado sobre el pecho, indicativo de que pertenecía a la realeza».

Nada volvió a saberse de esa momia desconocida hasta que un día Hawass -según dijo- se fijó en ella, buscando momias reales, y decidió analizarla en un escáner junto con los restos de la nodriza y los de otras dos momias halladas en el templo de Deir El Bahari, ordenado construir por Hatshepsut en la antigua Tebas, hoy Luxor. Lo que Hawass no contó es que la difunta arqueóloga alemana Elizabeth Thomas ya sostuvo hace años que la misteriosa momia era de Hatshepsut, pero se encontró con la incomprensión de los arqueólogos egipcios y del mismo Hawass.

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