Observando la política vasca me vienen a la mente los nombres que los guionistas de las películas del oeste encajaban a los «indios». Para ser mas exacto, últimamente, cada vez que escucho a Josu Jon Imaz pienso que un nombre de esos le vendría al pelo. Boca de trueno no estaría mal, por ejemplo. Y es que este señor tiene muy mala baba, y siempre está enfadado, sobre todo cuando habla contra la izquierda abertzale, que es casi siempre, como todo el mundo sabe.

Imaz es un tipo gris, de esos que carecen de sentido del humor. Lo vi una vez en «Vaya semanita» y sus intentos por parecer gracioso y simpático resul- taban patéticos. Imaz viene por el sendero del dinero y la tecnocracia, que no es lo mismo pero es igual, y se nota. Creo que se siente más cómodo en una comida secreta con altos directivos bancarios que en un diálogo político abierto y sincero, y de él y su equipo se ha dicho una de las peores cosas que se puede decir de un dirigente político: tanto el PSOE como la izquierda abertzale llegaron a la conclusión de que era mejor no invitarlos a los últimos esfuerzos de lograr un acuerdo.

Claro que Imaz tampoco desata ahora mismo pasiones en su propio partido. Los resultados de las últimas elecciones han debilitado un liderazgo que ya venía sufriendo en los últimos tiempos por diversas razones, entre ellas la sintonía con el PSOE, una sintonía vista con recelos por no pocos jeltzales.

Esto explica, posiblemente, que cada vez que se acerque a un micrófono parezca el malo de la película entrando pistola en mano en el salón. En cuanto uno reconoce su voz sabe que la balacera comenzará en cuestión de segundos. La jugada tiene su sentido: provoca a la izquierda abertzale, que lógicamente contesta, y él puede aparecer como víctima y lograr así el arrope de los suyos. Durante algún tiempo le ha funcionado, pero puede ser que el truco no dure eternamente.

La actual dirección del PNV ha hecho una apuesta política errónea y nefasta para la causa vasca. Esto no es nuevo, porque lo llevan repitiendo, por lo menos, desde que decidieron no combatir a Franco y buscar cobijo bajo las barras y estrellas. Pero ahora esta apuesta está resultando negativa para el propio PNV y eso es más de lo que muchos están dispuestos a permitirle a Boca de Trueno.