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Juan Luis Moraza presenta un ensayo sobre el arte contemporáneo vasco

El Museo Guggenheim inauguró anoche «Incógnitas», un ensayo, en forma de exposición, sobre el arte contemporáneo vasco, que firma Juan Luis Moraza. La muestra propone un recorrido cronológico a través de las últimas décadas. En las salas de la pinacoteca confluyen así «artistas que pertenecen ya al pasado y creadores que pertenecen al futuro», subrayó ayer el autor de la instalación. Como complemento a esta actividad, están previstas charlas y mesas redondas.

Izaskun LABEAGA | BILBO

«Este es un lugar muy rico», señaló, a modo de conclusión, el comisario durante la presentación a los medios de comunicación de la exposición que se abre hoy al público en el Museo Guggenheim. «Ha sido muy emocionante -dijo- reunir la aportación de más de un centenar de artistas», que ha participado en este proyecto con sus respuestas a un cuestionario que, además de recabar material fundamental para la muestra, buscaba testar «la sensibilidad, el modo de sentir» de los protagonistas de ``Incógnitas'', que no son otros que cuatro generaciones de creadores vascos.

``Incógnitas'' tiene un objetivo didáctico. «No se ha reflexionado suficientemente sobre el arte vasco», opinó ayer Juan Ignacio Vidarte, director del Museo Guggenheim Bilbao, por lo que encargó a Juan Luis Moraza (Gasteiz, 1960) que ofreciera una visión sobre lo que ha sucedido con la contemporaneidad del arte en Euskal Herria.

Tres colores

La exposición ocupa tres salas y parte del pasillo de la tercera planta del edificio. Una cinta de color negro colocada en el suelo propone al espectador un paseo cronológico por el arte vasco contemporáneo, con citas y fechas asociadas a los fenómenos artísticos coetáneos, así como a los acontecimientos políticos y sociales más relevantes.

De forma paralela a la cinta negra, atraviesan el espacio expositivo unas líneas de color, que identifican los cambios generacionales. Con todo, se hace referencia a cuatro generaciones: un grupo está formado por los nacidos antes de 1945; un segundo, por los nacidos entre 1946 y y 1960; el tercero se refiere a los nacidos entre 1961 y 1975; y el último, a los nacidos después de esa fecha.

Moraza envió un cuestionario a alrededor de 120 artistas. Sus respuestas le han servido para crear un gran diagrama «que puede ser visto incluso por personas de fuera que visitan este Museo y que no saben absolutamente nada sobre el arte vasco». El artista y profesor en la actualidad en la Universidad de Vigo quiso dejar claro que se trata de un proyecto inacabado, que se irá enriqueciendo con el tiempo, con nuevas aportaciones.

Además de esquemas, gráficos y textos, la exposición se apoya en algunas obras de los protagonistas. Hay piezas procedentes de la colección propia del Museo y préstamos de otras instituciones. Las referencias a la obra ausente se hace por medio de fichas y registros.

Moraza se ha valido de «metáforas y otras estrategias» para ofrecer su análisis sobre un terreno que considera «parte del ecosistema de la vida». Para él, el arte es «como un tejido vivo, en movimiento».

En el relato histórico ha realizado «dos cortes»: el primero, en 1968-69, coincidiendo con la primera acción mortal de ETA y la aparición de distintos modos de entender las relaciones entre el arte y la política; el segundo, lo realiza en 1986-87 y tiene relación con diferentes factores, como el desmantelamiento industrial, la salida de las primeras promociones de la Facultad de Bellas Artes y la apertura de Arteleku, que es, junto a Oteiza, uno de los hitos más importantes del desarrollo del arte contemporáneo vasco, tal y como destaca esta exposición.

La primera generación de artistas es la que aparece vinculada a la Escuela Vasca, la lucha antifranquista y la construcción de una identidad nacional vasca. Oteiza, Chillida, Ibarrola, Basterretxea, Lekuona, Oiza son algunos de los nombres que aparecen en el arranque de este gran diagrama, artistas que crecieron como tales de forma autodidacta, a los que interesaba la mitología, el paisaje, la tierra. Se completa esta primera zona con un fragmento de la completa biblioteca del historiador Xabier Sáez de Gorbea.

A continuación, se cita a una serie de creadores interesados en establecer una relación distinta con el arte. Es un grupo al que se bautizó como Nueva Escultura Vasca, muy a su pesar. «Fue una identificación externa», explicó Juan Luis Moraza.

Ya la última parte está caracterizada por la diversificación, la normalización y la internacionalización. En la relación de artistas, el comisario ha incluido a algunos «superjóvenes», que todavía están estudiando pero que han querido colaborar con «este muestreo».

DIAGRAMA

Moraza envió un cuestionario a alrededor de 120 artistas. Sus respuestas le han servido para crear un gran diagrama «que puede ser visto incluso por personas de fuera que visitan este Museo y que no saben absolutamente nada sobre el arte vasco».

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