La navegación como terapia
Un proyecto social ahogado por la Administración en Hondarribia
«La Administración ha abortado un proyecto novedoso en nuestro país», lamenta Haizerre. Esta asociación sin ánimo de lucro nació en 1994 con la ilusión de utilizar un barco de vela, el mar y la navegación como métodos terapéuticos para ayudar a los jóvenes. Ahora, su buque de madera Paseo de Bastarre está agonizando en la Dársena de Veteranos de Hondarribia. En el casco que sobresale del agua hay unas letras blancas: «Gobierno Vasco, paga lo que debes».
Maider IANTZI | HONDARRIBIA
Hace trece años un grupo de ciudadanas y ciudadanos creó una asociación en Hondarribia con el fin de ayudar a los jóvenes que no tenían formación ni trabajo. Las personas que se reunieron alrededor de Haizerre sabían que en el Estado francés, Gran Bretaña, Canadá, Noruega y Dinamarca utilizan la navegación a vela como terapia para los chavales que tienen problemas para adaptarse a la sociedad. El presidente de Haizerre, José Luis Camino, lo comprobó en los tres meses de aventura que vivió en el Atlántico, a bordo de una goleta francesa junto a diecisiete jóvenes. Satisfechos con los positivos resultados y movidos por la ilusión y el deseo de promover una iniciativa similar en Euskal Herria, comenzaron los trámites para adquirir un barco.
Se hicieron con la embarcación pesquera Paseo de Bastarre para su conversión en barco escuela y para el cumplimiento de sus fines de reinserción social. En los años 2001 y 2002, Haizerre prestó apoyo a 22 jóvenes de la Escuela Taller de Hondarribia, ofreciendo soporte para las prácticas de carpintería, mecánica de motores y mantenimiento de embarcaciones. El 75% de los alumnos de carpintería encontraron empleo inmediatamente, llegando algunos a ser requeridos incluso antes de la finalización del curso.
Campaña informativa
Ahora se puede observar la penosa situación de la embarcación de madera desde el Paseo Marítimo. Cuando baja la marea, sobresale del agua su espacioso casco, dejando a la vista la frase escrita con pintura blanca por los miembros de la asociación. «Gobierno Vasco, paga lo que debes», se puede leer desde los aviones que utilizan el aeropuerto colindante.
Estos años han desarrollado una campaña de información y denuncia, dejando cuartillas en buzones y automóviles de la localidad costera. En ellas, junto a las fotografías del buque, aparecen frases como éstas: «Delincuentes miserables hunden el barco de la ONG Haizerre, visible desde la Cruz Roja. Sabemos quiénes son y sus intenciones», «El Ayuntamiento utiliza su influencia para realizar gestiones que eviten su reflotamiento», «La Administración engaña y utiliza a Haizerre dejándola en la ruina» y «Despojos, abandonados por el Ayuntamiento de Hondarribia, resultado de su inmadurez en programas de política social».
José Luis Camino, antiguo marino mercante, asegura que, tal como revelan esas cuartillas repartidas entre la ciudadanía, han sido engañados por la Administración. «Ahora queremos reclamarles a esos señores que cumplan unos compromisos que no cumplieron en su día. Ellos dirán que sí. Nosotros somos débiles y ellos fuertes». Denuncia que han financiado con su dinero un proyecto público, sin conocer los entresijos de la Administración, simplemente confiando en ella. Esa confianza se ha visto frustrada por una serie de acontecimientos registrados durante estos años.
«Acudimos al INEM y nos mostraron un libro donde aparecen los proyectos que han recibido su ayuda -recuerda el presidente de Haizerre-. Vimos que no éramos los únicos, que había otras entidades que estaban desarrollando iniciativas con la financiación del instituto. Les explicamos que pretendíamos llevar a cabo talleres por nuestra cuenta y nos quitaron la idea de la cabeza alegando que resultaría muy complicado. Luego hemos visto que no era tan complejo y que lo que quería la Administración era llevarse el capital que ponía la Unión Europea (el INEM ha sido depositario de los capitales sociales para el tema de la juventud)».
El segundo organismo que recibió a Haizerre fue Adebisa (ahora se llama Bidasoa Activa), el cual le advirtió de que habría dificultades respecto a la financiación local, pero acogió positivamente la iniciativa por considerarla interesante para la formación y el empleo de jóvenes. De Adebisa fueron al Ayuntamiento de Hondarribia, con el que lograron un acuerdo. Los alumnos de la Escuela Taller Fuerte de Guadalupe II reconvertirían el barco pesquero Paseo de Bastarre en goleta y los gastos materiales y de mano de obra profesional correrían a cargo de Haizerre.
«Durante el desarrollo de los cursos (en 2001 y 2002) nos sentimos engañados, porque esperábamos que nos devolvieran el dinero que estábamos poniendo de nuestro bolsillo para apoyar un proyecto público». Ante esta denuncia, la Administración puede esgrimir el siguiente argumento: Haizerre se comprometió a hacerse cargo de los gastos. Pero ese razonamiento obvia el meollo de la cuestión: «el deber y la obligación de la Administración de ayudar a las asociaciones como Haizerre que trabajan por una causa social».
Los apoyos desaparecen
José Luis Camino apunta, además, que Lakua aportó 900.000 euros al Ayuntamiento de Hondarribia para los Talleres Fuerte de Guadalupe I (1998 y 1999) y Fuerte de Guadalupe II (2001 y 2002). El Consistorio financió estos últimos cursos sólo con 57.600 euros.
Al principio, el proyecto de Haizerre tenía la ayuda de cuatro organismos: los ayuntamientos de Irun y Hondarribia, Adebisa e INEM. Después, todos se echaron atrás, y el Gobierno de Lakua también les denegó la petición de subvención para continuar con la iniciativa. Para entonces, Haizerre ya había invertido más de 80.000 euros en la restauración del barco.
La asociación Haizerre denuncia que la Administración la ha utilizado durante los dos años que han durado sus talleres para luego darle la espalda, dejarla en la ruina y hundirle la embarcación en tres ocasiones.
La organización que se creó hace trece años en Hondarribia con la ilusión de ayudar a los jóvenes que no tienen trabajo ni formación se siente víctima de un «engaño miserable». «Los mandatarios no han cumplido su palabra», asegura.
En mayo de 2002, cuando aún estaba en marcha el Taller Escuela de Hondarribia, Haizerre agotó su dinero y quiso finalizar el acuerdo con el Ayuntamiento. Éste le pidió que aguantara hasta que se terminara el curso y la asociación le hizo caso.
La asociación Haizerre considera que de entre todas las culturas y tradiciones que componen el conocimiento humano la cultura marítima es una de las más importantes por su influencia decisiva en la explotación y en el conocimiento del mundo en el que vivimos. Piensa que restaurar una embarcación tradicional y convertirla en un barco escuela ayuda a introducir a nuestra sociedad en esa cultura de la que tan cerca dice sentirse y a la que tantas veces da la espalda.
Con esas motivaciones prepararon el proyecto de reconstrucción de Paseo de Bastarre, el fuerte buque de madera de pino que tiene ahora 46 años y se encuentra en la Dársena de Veteranos de Hondarribia. Cuando Haizerre llevó a cabo la campaña contra el Ayuntamiento y la Administración para denunciar que no estaban cumpliendo «la obligación de proteger una asociación que trabaja por una causa social», no recibieron ninguna llamada ni carta. No les dijeron nada. Sin embargo, «el ansia de venganza llevó a la Administración a hundir el barco tres veces» y los autores materiales salieron impunes o con una leve sentencia.
«El barco de Haizerre ya no tiene ningún valor, porque han podrido su madera», se apena el presidente de la asociación, José Luis Camino. Considera que ese hecho es fiel muestra de «la calaña de los políticos que están gobernando», el resultado de «la inmadurez de los programas sociales que desarrollan».
Camino tiene 71 años, vive en Hondarribia y va a observar el buque muy a menudo. Explica que se le hace duro verlo, ya que «es el cuerpo del delito» y «si la Administración no hubiese sido pecadora no estaría todavía ahí, lo hubieran llevado antes al desguace». Le queda el consuelo de haber ayudado a 22 jóvenes a formarse y a conseguir trabajo, pero lleva dentro una rabia contenida que espera ver calmada con los años. Aún conserva en la memoria los planos que elaboraron para la remodelación de la embarcación que saldría a alta mar en busca de aventuras: las literas donde podrían dormir 18 jóvenes alumnos, 4 navegantes y 2 auxiliares o sicólogos, el comedor y los baños que se habilitarían en los 30 metros de eslora...
El presidente de Haizerre, José Luis Camino, acaba de recibir el segundo aviso del Departamento de Puertos: «Seguramente será para avisarme de que en baja mar romperán el barco con las motosierras para llevarlo al desguace en camionetas».