Raimundo Fitero
Deporte inglés
Están que lo tiran los comentaristas deportivos españoles: la salida de Le Tour desde Londres les ha sentado como un anís seco en ayunas y no pararon de despotricar del recorrido londinense hasta que las cámaras nos lo mostraron y resultó ser maravilloso, una espléndida jugada turístico-ciclista. Para que todavía se les notara más su espíritu de mal perdedores lució el sol. Anatema. Toda la rencilla llega porque Londres se convirtió en sede olímpica frente a Madrid, y otras ciudades. No lo han asimilado. Nunca asimilan bien las derrotas cuando está el himno sin letra de por medio. Es una de las formas más aznaristas de entender el deporte, la política y hasta los juegos de azar. Deporte es deporte, aunque sea inglés.
Pero la mortificación del fin de semana fue múltiple: tenis, fórmula 1, ciclismo, y con opciones, pero con la posibilidad más que probada de quedar segundos, lo que añade todavía más irritación a esa mole de conjurados que mantiene el convencimiento de que la gracia de algún dios ha dispuesto que se gana o se pierda una competición por haber nacido en algún lugar de la península ibérica pisado por el santo y no a base de esfuerzo, entrenamiento, talento y oportunidad para que todo ello se enfrente a las mismas opciones de los contrincantes. El ciclismo bajo sospecha se convirtió de nuevo en espectáculo audiovisual y el decorado puesto por la organización londinense fue magnífico, digan lo que digan.
El segundo encierro sanferminero empezó con puntualidad inglesa, no con el retraso del primero, pero terminó mal, es decir en Cuatro, Molés y su gente, dijeron que se había terminado con dos minutos y diecinueve segundos, pero en la bajada de Telefónica seguía un Miura haciendo destrozos. Tanto despliegue técnico y propagandístico para meter la pata de una manera tan clamorosa. Aunque fue un error inducido por el del cohete de corrales que lo prendió sin contar a la manada. Las cámaras de los recién llegados cambian el eje y nos confunden. Y se confunden. Los de TVE callan en el encierro en vivo y otorgan. Molés y sus muchachos no callan nunca y aturden con sus peregrinas y erróneas apreciaciones.