Una muestra en el Colegio de Arquitectos reivindica la obra del bilbaino Rafael Aburto
La sede del COAVN en Donostia acoge «Rafael Aburto, arquitecto», una muesta a través de la cual Iñaki Bergera rescata del olvido la contribución a la modernidad del veterano profesional bilbaino.
Martin ANSO | DONOSTIA
La sede del Colegio de Arquitectos en Donostia acoge una pequeña exposición constituida por una selección de planos, bocetos, dibujos y cuadros de Rafael Aburto (Bilbo, 1913). A través de ella, el comisario, Iñaki Bergera, pretende ofrecer una síntesis del «particular universo creativo de un personaje lateral, insólito y excepcional, un universo creativo que abarca todas las facetas de su actividad, desde la pintura a la arquitectura, pasando por su labor teórica».
Aburto, que en la actualidad cuenta 94 años, desarrolló su labor como arquitecto entre la inmediata posguerra y mediados de los 60. «Su trabajo no es fácil de catalogar -indica Bergera-, debatiéndose entre los últimos coletazos de un academicismo enmascarado y los ideales revisionistas de la tardo-modernidad». Sin embargo, contiene valores que, en opinión del comisario de la muestra, han pasado «injustamente» desapercibidos para la crítica, a pesar de ser «sorprendente, quizá ni mejor ni peor que otros, pero sí distinto». Bergera considera que la historiografía de la modernidad debe ser revisada para incluir a arquitectos que, como Aburto, «conquistaron la modernidad, la otra modernidad, desde posiciones menos ortodoxas, pero igualmente válidas».
Rafael Aburto, sobrino del industrial naviero Ramón de la Sota, nació en el año 1913, en el seno de una familia acomodada de Neguri.
En Arantzazu, el segundo
Desde niño demostró aptitudes para la pintura, aptitudes que, cuando le llegó la edad de cursar estudios universitarios, le llevaron a decantarse por la Arquitectura, como solución de compromiso con las pretensiones de su padre, que prefería para él Ingeniería.
Para estudiar Arquitectura, Aburto se desplazó a Madrid en los años 30. La Guerra lo sorprendió en la capital española, fue movilizado y trasladado al frente de Cataluña, donde desertó para pasarse al bando franquista, lo que no evitó que fuera recluido durante una temporada en Santander, en un campo de concentración.
Terminada la contienda, empezó a trabajar fundamentalmente en dos líneas, como arquitecto de la Obra Sindical del Hogar y como concursante en grandes proyectos monumentales. Como arquitecto de la Obra Sindical, Bergera destaca su contribución a la modernización de la vivienda social. Como concursante, merece la pena señalar que obtuvo el segundo premio en el concurso de Arantzazu, el que ganaron Laorga y Sáenz de Oiza con el proyecto que llevó al santuario a convertirse en hito del arte contemporáneo vasco. En la exposición puede verse un boceto del trabajo de Aburto que permite al visitante hacerse una idea de lo que pudo ser y no fue. El bilbaino también quedó segundo en el concurso para la catedral de Madrid.
En opinión de Bergera, el proyecto de la Ópera de Madrid (1963), el del Ayuntamiento de Toronto (1958), el edificio del diario «Pueblo» de Madrid (1958) y las viviendas de Neguri (1966-69), construidas sobre el solar paterno, resumen el legado de Aburto, caracterizado por «una enfática monumentalidad, una envolvente absracta y un espacio interior explosivo».
Título: «Rafael Aburto, arquitecto».
Comisario: Iñaki Bergera.
Producción: Fundación Caja de Arquitectos.
Lugar: Delegación del Colegio de Arquitectos en Donostia, Avenida de Francia 11.
Fechas: Hasta el 5 de septiembre.
Visitas: Laborables, de 9 a 14 horas.
Entrada: Libre.