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Iñaki Lekuona Periodista

Esos seres tan vivos

Entre vino y vino, quedé con el tío de un buen amigo en que hoy despotricaría sobre esos seres vivos que siempre caen de pie, que cuando el de al lado está de gracia se esfuerzan en promocionarse a su vera, pero cuando el de al lado cae se desdicen con pasmosa habilidad; esos que sin problemas negará no tres, sino treinta veces haberle conocido, esos que no dudan incluso en sumarse al empujón para apuntarse el tanto de la caída.

En la política abundan estos seres tan vivos. Nicolas Sarkozy es el ejemplo máximo. No sólo cayó de pie tras errar en el apuñalamiento de Jacques Chirac, sino que ha sido capaz de rehacerse y ocupar la presidencia doce años después. Y eso, a pesar de haber sido objeto de una trama, el affaire Clearstrem, que los tribunales galos están desenredando para sonrojo del antiguo primer ministro Dominique de Villepin y del ex presidente.

A escala más modesta y más local, podíamos hablar de, por ejemplo, Xabier Arzalluz, que ha sido pasto de los que comieron de su mano, pasto de, por concretar, ese ser vivo que tras ocupar su puesto en la jefatura del partido busca desde hace tiempo ser visir en lugar del visir, a costa naturalmente del propio lehendakari. Pero me aseguran que no lo tiene fácil, que este figura cuya afición es hacer campaña del PSOE está al borde del precipicio de su propio partido, que su caída está cercana, y que otro ser vivo está ya al quite para negarle tres veces o las que hagan falta, y ocupar su plaza en el podio de la fama.

Pero no es de estos seres vivos de los que me hablaba el tío de mi amigo, sino de otros, de los que también abundan en este medio, el de la comunicación, que por algo se conoce a esta profesión como canallesca, digo yo. Podría detallar ejemplos modestísimos y localísimos de algunos de estos personajes tan vivaces. Pero, entre vino y vino, prefiero recordar otros seres que a primera vista no parecen tan vivos, y que sin embargo son los que realmente importan en la vida, esos que aunque caigas en desgracia no desaparecen, esos que puedes no haber visto en años pero que están ahí, incluso aunque hagan falta, sobre todo cuando hacen falta, aun cuando estar ahí no vaya con su conciencia. Porque para ir de juerga vale casi cualquiera. Salud.

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