Hoy, festividad que celebramos chóferes y transportistas en tu honor, santo, más por tus buenos y solidarios hechos que por tus milagros, quiero felicitarte y darte las gracias. Desde el 91 hasta hoy por estas fechas y por correo electrónico me mandabas un comunicado para indicarme, según tu sabio criterio, los fallos y aciertos de los que nos dedicamos al transporte de mercancías. Tu punto de vista crítico y reivindicativo ante las administraciones competentes siempre fue para advertirnos de que mientras no le demos vuelta a este sistema capitalista y neoliberal nunca legislarán en pro de la justicia social, el reparto del trabajo y la riqueza, y el bienestar social se- guirán siendo una utopía.

Tu obsesión para que no caigamos en este absurdo consumismo, en las garras del pensamiento único causante del individua- lismo, la insolaridad y el veneno para valores éticos, morales o para la tan necesaria democracia. Me indicabas la situación política donde debíamos incidir y participar como organización sindical vasca. Ante la pasividad y dejación eras implacable, me echabas la bronca, me decías que ante la conculcación de derechos no sirven excusas, que sin respeto mutuo no es posible la paz, que la libertad y la democracia o peleamos para conseguirla o si no será cómo esperar el maná.

Me chocaba que no me hablaras de religión ni de ningún dios como solución a tantos problemas, y me dio la impresión de que los mejores consejos humanos eran los más ateos. Me gustaba tu gran sentido del humor y con qué finura les decías sinvergüenzas y corruptos a esos predicadores profesionales que se dicen políticos. Te metías sin pie- dad con torturadores, con los dictadores de leyes injustas y siempre estuviste en la trinchera de los más necesitados, de presos o represaliados, exigiendo sus derechos conculcados.

Un buen tío Cristóbal y el mejor GPS para guiarnos. Gracias por todo de todos los afiliados de Hiru, y si el año que viene yo ya estoy jubilado, sigue aconsejándonos. Lo necesitamos.