Polémica en Alemania
Schäuble propone graves recortes de los derechos civiles
La legalización de los «asesinatos» selectivos, el internamiento de sospechosos peligrosos en campos especiales y la restricción del uso del móvil y de internet a determinadas personas son algunas de las medidas que propone el ministro de Interior alemán, Wolfgang Schäuble. Tras la militarización de la política interior, el cristianodemócrata quiere introducir algunos métodos ya habituales en EEUU e Israel. Para ello, cuenta con el apoyo de Angela Merkel.
Ingo NIEBEL | COLONIA
El ministro germano de Interior Wolfgang Schäuble (CDU) ha elegido al semanario «Der Spiegel» como plataforma para exponer sus últimas propuestas para hacer más eficaz la «lucha antiterrorista» en Alemania. En una entrevista a la citada publicación, el político cristianodemócrata se explaya respecto a las competencias que desearía asumir. Schäuble considera un «problema legal» que en la actualidad el Estado alemán no puede llevar a cabo «homicidios selectivos» y cita, como ejemplo, la hipótesis de que se descubriera el paradero de Osama Bin Laden y Berlín no podría ordenar de forma legal su ejecución. «Deberíamos intentar de aclarar estas cuestiones de manera precisa en base a la Constitución y a crear los fundamentos legales que nos darán las libertades que necesitamos en la lucha contra el terrorismo», señala el ministro alemán.
Además de las ejecuciones selectivas, Schäuble echa de menos que el Código Penal alemán no recoja, como sí lo hace el de Estados Unidos, el «delito de conspiración». Su introducción en la legislación germana, continúa el ministro, permitiría considerar combatientes e internar a personas «peligrosas». El máximo responsable de Seguridad del Gobierno de Angela Merkel recuerda que en el ámbito deportivo ya existe la posibilidad de detener preventivamente a los hooligans para evitar que puedan viajar a un partido de fútbol y provocar disturbios. Respecto a las personas supuestamente «peligrosas» que, por cuestiones legales, no pueden ser deportadas, Schäuble aboga por restringirles el uso de la telefonía móvil y de internet.
El político cristianodemócrata justifica sus propuestas al señalar que desde junio viene manteniendo que Alemania, al igual que otros estados, lleva bastante tiempo «en el punto de mira del terrorismo islamista». Schäuble compara la actual situación con la coyuntura previa al 11 de setiembre de 2001. Hasta el momento, Alemania no ha sufrido ningún ataque parecido a aquel, al del 11-M en Madrid o a los de Gran Bretaña.
Las declaraciones del ministro han generado un amplio debate en Alemania. Ha recibido el incondicional respaldo de sus correligionarios ministro-presidentes de Hesse, País de Sarre y Baden Württemberg, Roland Koch, Peter Müller y Günther Oettinger, respectivamente, mientras que el ministro de Interior bávaro, Günter Beckstein, se ha mostrado escéptico respecto a los «asesinatos» selectivos y reclama que se estudie si la Constitución permite este tipo de excepciones.
El anuncio de Schäuble ha originado, además, el más firme rechazo de su socio de coalición, el Partido Socialdemócrata (SPD). Su portavoz para la política interior, Dieter Wiefelspütz, ha escrito en su página web: «Matar a una persona en base de una sospecha es un crimen muy grave. Esto es sólo imaginable en un Estado criminal».
El ex ministro de Interior, el liberal Gerhart Baum (FDP), sentencia que «Schäuble quiere introducir el sistema de EEUU». En esta misma línea, el comentarista del diario «Süddeutsche Zeitung», Heribert Prantl, va más lejos aún al señalar que «las propuestas de Schäuble van en contra del texto y del espíritu de la Ley Fundamental».
Pero la canciller Merkel apoya a su ministro, cuando dice que «no se puede prohibir pensar». La jefa del Gobierno pretende aclarar el revuelo causado esta semana por Schäuble en el seno de la coalición con el SPD.
El ministro ha lanzado sus propuestas cuando el que el SPD está bloqueando el proyecto de ley que permitirá a la Policía Federal (BKA) espiar en ordenadores privados, lo que, según el SPD, requeriría modificar la Constitución.
Este debate ha acercado al bipartito de Merkel a la ruptura, que afectaría, en primer lugar, al SPD, ya que su presidente, Kurt Beck, no mantiene firmes las riendas y se están dando deserciones hacia el nuevo partido Die Linke.
Tras los intentos de atentado en Gran Bretaña la mayoría de los alemanes estaría dispuesta a aceptar nuevas medidas de seguridad, informan varios medios alemanes.
Schäuble aboga por restringir el uso de la telefonía móvil y de internet a aquella personas «peligrosas» que, por cuestiones legales, no pueden ser deportadas.
En su afán por imitar las medidas adoptadas por Washington tras el 11-S, el ministro federal alemán de Interior ha propuesto también la introducción de un «delito de conspiración» y de tratar a los detenidos por ese motivo como combatientes.
«Esto no se hace en una coalición», ha declarado el jefe del grupo parlamentario socialdemócrata (SPD, que forma parte del Gobierno de coalición de Angela Merkel), Peter Struck, que se ha posicionado en bloque contra este catálogo de propuestas.
Las ideas expresadas por Schäuble no son únicamente iniciativa suya. El ministro, probablemente, esté desbrozando el camino a su canciller, Merkel, quien con motivo de la cumbre del G8 comenzó a militarizar la política interior alemana.
A mediados de junio, las Fuerzas Armadas alemanas (la Bundeswehr) detuvieron de nuevo al insumiso Jonas Grote. El joven de 19 años se halla arrestado en el cuartel de Roth. Grupos pacifistas respaldan a Grote manifestándose continuamente ante la base de la Escuadra de Aviación n° 269 del Ejército de Tierra. Es ya el segundo arresto disciplinario impuesto al joven, que se niega a obedecer las órdenes del Ejército. No reconoce el servicio militar, que en Alemania sigue siendo obligatorio y, en consecuencia, tampoco al servicio sustitutorio. Grote argumenta su posición en su fe cristiana.
La asociación KDV, que asesora a los objetores y insumisos, informa en un comunicado de prensa que en los años anteriores la Bundeswehr no solía llamar a filas a aquellas personas que se declaraban insumisos a tiempo. Éste fue también el caso de Jonas Grote. De hecho, cuando se vio obligado a pasar el reconocimiento físico que forma parte del reclutamiento, el año pasado, manifestó claramente que era insumiso y detalló los motivos que aducía. No obstante, las Fuerzas Armadas le llamaron para enrolarse el 1 de abril. Grote hizo caso omiso y el 15 de mayo, Día Internacional de la Objeción de Conciencia, participó en una manifestación delante del cuartel de Karslruhe. La Policía Militar le detuvo.
«Este procedimiento es un paso atrás hacia la época de la Guerra Fría» sentencia la abogada Barbara Kramer, a la sazón presidenta de KDV. «El encarcelamiento permanente de Jonas Grote es el intento anticonstitucional de destruir su conciencia» añade Kramer.
Jürgen Grässlin, portavoz de la asociación pacifistas DFG-KV, ha exigido al ministro federal de Defensa, Franz-Josef Jung, la inmediata puesta en libertad de Grote o, en caso contrario, que la Bundeswehr lo denuncie ante un Tribunal ordinario si piensa que el insumiso ha podido cometer un delito.
Michael Behrendt, portavoz de la Campaña contra el Servicio Militar, recuerda que en 2005 la Corte Federal de lo Administrativo absolvió a un comandante que se negó a colaborar en la guerra contra Irak. Los jueces dictaron que «la Bundeswehr debe respetar las decisiones basadas en la conciencia, ofreciéndoles un alternativa sin discriminarlos».
Si Grote sigue desobedeciendo a la autoridad militar, será despedido en deshonra y después su caso pasará a manos de un tribunal civil.
Hay muy pocos insumisos en Alemania, pero muchos objetores de conciencia (90.000 en 2005), que deben prestar el correspondiente «servicio civil». En 2005, únicamente 67.000 alemanes ingresaron en las Fuerzas Armadas.
El diario de izquierda «Die Tageszeitung» abría ayer su primera página con un montaje que mostraba a Schauble («¿el 007 de Merkel?») armado de un fusil y un sable, bajo un titular irónico que decía: «Schäuble quiere matar a Bin Laden».