La velocidad y la ambición significan asumir riesgos, y más en un Tour, y, salvo milagro, suponen tensión y caídas. Ayer, hubo una impresionante montonera a falta de dos kilómetros y el pelotón puso pie a tierra. Alexandre Vinokourov se santiguó antes de cruzar la meta, el kazajo por lo menos se salvo no así el líder Fabian Cancellara que entró en meta sin poder apoyar el brazo izquierdo en el manillar, y como el suizo más de uno. La lluvia apareció y los nervios se multiplicaron en las peligrosas rotondas, aunque por lo menos respetó a los participantes en el tramo final.

La mayoría del pelotón siguió el desenlace inesperado de la etapa desde las pantallas gigantes. El Quick Step llegaba a su tierra, a Gante, donde, además, su patrocinador tiene la sede. Pero no ganó el favorito de todos los flamencos, el idolatrado Boonen, sino que se le adelantó su lanzador Gert Steegmans en un final de recta agónico.

El tercer protagonista de la segunda etapa fue Rubén Pérez. El corredor de Euskaltel-Euskadi rodó casi 150 kilómetros en fuga, en perfecta colaboración junto con el gigante Sieberg (Milram), 1,98 metros, y Hervé (Agritubel), pero fueron cazados a menos de tres kilómetros de meta. El zaldibartarra se desenvolvió con bravura, como es habitual en él, y el maillot naranja se lució en cabeza del Tour por primera vez. Incluso fue líder virtual de la carrera.

La fuga, iniciada en el kilómetro 18, estaba abocada a morir, y así fue cuando el pelotón, hambriento, comenzó a devorar kilómetros a mil por hora. El Quick Step de Boonen, el Lampre de Bennati, el Credit Agricole de Hushovd y el Predictor-Lotto de McEwen acechaban a la presa, la victoria en Gante, y llegó lo inevitable. A un corredor del Milram se le salió el pie del pedal automático, dio un bandazo a la derecha y el pelotón se abrió como un abanico.

El frenazo fue de aúpa y a casi nadie le dio tiempo a esquivar la montonera que se formó en un segundo. La marcha del pelotón se taponó sin remedio. Los favoritos al podio de París respiraban tranquilos, con la nueva norma instaurada hace dos años las caídas en los tres últimos kilómetros no se tienen en cuenta cara a la clasificación general. Cancellara se retorcía de dolor sobre una montaña de bicicletas, y su compañero Schleck o Hushovd también se vieron afectados.

Gregario de McEwen

La etapa la disputaron 25 corredores. El Quick Step se salvó de la quema y enfiló la línea de meta con Boonen preparado para el asalto final. La jugada parecía perfecta y de hecho lo fue para el equipo belga. Boonen levantó los brazos pero no como ganador porque le faltó gas en los últimos metros que picaban hacia arriba y Steegmans, de 1,90 metros y 82 kilos, se llevó la victoria. Rivales en amateur, este año Boonen le ha querido a su lado como gregario después de destacar el año pasado como lanzador de McEwen. El australiano, deportivamente, felicitó a su ex compañero.

Mientras que el Quick Step celebraba la victoria, la mayoría seguía anclado y la entrada a la meta fue un goteo de ciclistas raspados por el asfalto.