De las narices rojas a los trajes negros de asalto por las 7 Calles
Carlos GIL
El Casco Viejo bilbaino se convirtió en un multiescenario. En la Plaza Santiago arrancaron la jornada «Las Pituister», dos payasas con un lenguaje sencillo, que proponen un trabajo clásico en cuanto a sus planteamientos formales y estructurales, pero con una buena facultad para la comunicación directa, especialmente con los públicos más propensos a la carcajada inmediata. Con su espectáculo «Las Pituister van de cuento» demuestran un uso de las técnicas del clown todavía en estado evolutivo.
En la Plaza Unamuno se encontraba Sebas, con su trabajo titulado «Acorde», que quizás se vio sobrepasado por la gran cantidad de público que le rodeaba por todos los flancos. Se trata de un espectáculo con momentos muy delicados, que requieren cercanía, ya que la gestualidad e incluso la ingeniería básica que utiliza precisa de casi un silencio para aprovechar todos los detalles. Quienes ocuparon las primeras filas quedaron más prendados, mejor atendidos, casi de manera individualizada, mientras que los de lejos, los que ocupaban las escaleras, solamente se quedaron con la mímica.
La compañía francesa LMNO realizó con su obra «Way Out» un recorrido por diversas calles, partiendo y llegando a la plaza Santiago. Siete actrices realizan un recorrido, un viaje, con sus maletas y sus ilusiones como equipaje, y en los puntos de parada van presentando escenas que en ocasiones son de una dureza muy notable, aunque siempre presididas por una limpieza absoluta de movimientos, unas coreografías en línea, diagonales, música rítmica realizada con las mismas maletas, acciones de transformación, que dejan un mensaje sobre la propia condición femenina, en una vindicación liberadora, pero aportando nociones de las opresiones que desde la moda, lo social y lo político se ejerce sobre las mujeres, en esta ocasión, con evidencia multicultural. Teatro con contenido, expresado en lenguaje urbano, aprovechando perfectamente las calles y los espacios del propio recorrido.
Dos espectáculos netamente de circo se mostraban simultáneamente. En la Plaza Unamuno un espléndido trabajo de los catalanes Los 2 Play, un cuarteto de gran calidad técnica, pero con una clara vocación humorística, en donde los ejercicios sobre suelo de acrobacias y mortales se mezclan con una historia divertida, de gran carga humorística.
Lo mismo sucede con los belgas de Dujoli Circus y su conocido y reconocido «Fin de sieste», en donde una bicicleta acrobática manejada por un artista con verborrea interminable juega con una músico y acróbata del mástil chino que sobrecoge por la facilidad que tiene para subir y bajar por el mismo sin aparente dificultad, como si no existiera al ley de la gravedad, y ambos realizan piruetas y elevaciones y números realmente sorprendentes por su dificultad y por su calidad, también rebozados por un fino sentido del humor.
La noche nos esperaba con una gratísima sorpresa, los franceses de Carnage Productions y su delirante «GIGN (Grupo de Intervención Globalmente Nulo)», en donde cuatro policías de un grupo especial empezaron descendiendo por la fachada del Teatro Arriaga en una acción divertida, a la par que arriesgada y de una dificultad técnica apabullante. Siguieron en tierra con toda suerte de gansadas, de gags físicos, de entradas de payasos reconocibles, pero ejecutadas con una gracia y soltura que le conferían un valor añadido. Terminaron su actuación con la liberación de un conejo de fieltro atrapado en una repisa de la fachada del Arriaga en otro alarde de potencia física, imaginación y sentido del humor. La noche fría se soportó mejor con estos artistas que logran una hora de buen entretenimiento.