Iñaki Lekuona Periodista
Pobres de nosotros
Una vez más, miles de gargantas arañadas por jornadas de juergas entonaron en Iruñea el `pobre de mí'. Se acabó la fiesta, podría pensarse, pero no, la fiesta continúa, sólo que acaba de abrirse un largo paréntesis hasta que el calendario, riguroso como el banco con las letras del crédito, marque la víspera del siete el próximo julio. Los que llevamos entonando el pobre de mí desde que el proceso de resolución dejó de ser una fiesta ilusionante, y somos varios cientos de miles, no tenemos calendario, no tenemos víspera de inicio de nuevos diálogos, no tenemos, por no tener, ni canción de amargura que arrastrar por nuestras calles.
Sin embargo, algunos optimistas siguen marcando en rojo las elecciones al Parlamento español del 2008, como si una nueva victoria socialista pudiera por sí sola abonar este campo arrasado por el final del alto el fuego y la ruptura de negociaciones políticas y de intendencia que le precedieron. Otra especie de optimistas también señala las elecciones españolas como si una victoria de la derecha, menos acomplejada que la izquierda burguesa, fuera a propiciar un proceso de resolución definitivo. Los más optimistas entre los pesimistas la fían más a largo plazo, pero siempre más corto, dicen, que los paréntesis precedentes. O sea, que si entre Lizarra y Anoeta se esperó menos que entre Argel y Lizarra, pues ahora toca a tantos años.
En cuanto a los más pesimistas, sólo nos queda, como decía el domingo en estas páginas Andrea Bartoli, la opción de «hacer presión» para que otra oportunidad de entendimiento pueda florecer en el agreste escenario político de Euskal Herria. Sólo que es difícil eso de presionar cuando uno de los líderes políticos de este país se niega a que la sociedad sea consultada sobre su futuro, o lo que es lo mismo, le niega la capacidad de «hacer presión» en un sentido u otro.
Se dice que la vida política de Josu Jon Imaz al frente de su partido está a punto de extinguirse y que no será visir en lugar del visir. Poco me importa. Lo que me preocupa es que al jefe de una formación de la entidad del PNV le importe más escucharle al PSOE y responderle a la izquierda abertzale que preguntarle a (parte de) la sociedad vasca a la que dice defender. Pobres de nosotros. Y Zapatero visitando ruinas Mayas. Así nos luce.