Nafarroa, el cambio real sí es posible
Mes y medio después de las elecciones municipales y forales, Nafarroa se encuentra ante una situación política que, sin duda, sólo beneficia a quienes desde Ferraz y Génova han decidido que Nafarroa sí es moneda de cambio, pero para apuntalar un statu quo que no tiene en cuenta el derecho a decidir de los navarros y las navarras. Cada uno por separado, el PSN de Fernando Puras, la coalición Nafarroa Bai e Izquierda Unida dieron a conocer el fracaso de sus negociaciones a fin de materializar el que se ha venido en llamar, quizás con un exceso de celo, un gobierno de progreso en el herrialde.
El primer contrapié para la campaña en favor del relevo de UPN del Palacio de Nafarroa se produjo el mismo 27 de mayo, cuando, sobre un tablero electoral trucado por la ilegalización de la izquierda abertzale, la formación ultraconservadora se quedó a las puertas de la mayoría absoluta. A partir de este dato, las semanas de reuniones entre quienes propugnaban una mayoría alternativa han dejado en evidencia unas cuantas cosas más. La primera de ellas es que en ese proceso, y merced al «todo sí» de Nafarroa Bai, el PSN ha ocupado un espacio que no se corresponde con su fuerza electoral. Así las cosas, el partido de Puras, pese a ser el tercero, ha logrado ser el primero en desnudar la agenda política de NaBai y una vez expurgado de contenido el proyecto de gobierno alternativo, ha extendido su actitud mezquina a la cuestión del reparto de cargos, con lo que implica de desgaste el que una parte de la ciudadanía visualice hoy que el intento de cerrar la puerta a Sanz y UPN, cuya gestión rechazan amplios sectores ciudadanos, se frustre finalmente por un reparto de cargos. De lo ocurrido ya se puede extraer una lección: ni diluyendo la identidad propia ni disfrazando al interlocutor es posible articular una mayoría capaz de superar un modelo político-institucional en el que, gane quien gane, siempre gobiernan las ideas de la derecha. Ese cambio real es posible y urgente en Nafarroa.