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Raimundo Fitero

Sobre el eco

Algunos programas televisivos no sirven para los intereses de la cadenas si no tienen eco. Una serie puede ser muy buena, peor si sus protagonistas no venden productos financieros o de cosmética, la cosa se reduce a un ámbito que debería ser suficiente en un marco regulado objetivo, pero como se vive bajo el influjo de la canción de todas las estaciones, «todos queremos más», no encuentran jamás límites para conseguir ingresos atípicos.

Terminó ese concurso cantarín de Cuatro llamado «Factor X», y en su gala final logró sus mejores audiencias. Pues bien, en ese récord ha quedado muy debajo de «House» de la misma cadena, y sin comparación posible con productos similares en otras cadenas en competición. Este programa de canciones y cantantes, no tiene ningún sentido sin la reproducción de sus productos ligeros, de sus músicas y de sus nuevas estrellas. Para ello se recurre a una escala de reutilizaciones en diferentes programas de la cadena que sirven de alimento barato y de retroalimentación mutua. A la ganadora de esta edición, una tal María, la llevaron al plató de «Channel 4», y montaron un numerito patético, hicieron creer que era ya una artista de masas y colocaron, a la entrada del estudio donde se realiza, a media docena de figurantes detrás de unas vallas que gritaban y le solicitaban un autógrafo. No pudo ser algo más falso. Eso es un montaje, pero muy malo.

El programa de marras se mantuvo con unos índices bastante flojos. Su mecanismo era muy simple, sus mentiras de enfrentamientos entre el jurado eran especialmente falsas y muy mal interpretadas, los jóvenes con ansias de notoriedad eran de una tipología excesivamente reconocible al primer peinado o la segunda frase. Valía la puesta en escena, la presentadora, pero el producto final no va a tener excesivo recorrido. Lo ha tenido una intérprete que no pasó el corte con una canción sobre el cinturón de seguridad en los coches. Son los fenómenos no controlados. Su vídeo ha tenido recorrido en internet. Y debieron invitarla al programa para intentar reparar su error de mercado. Ésa sí ha tenido fama, efímera, pero el resto están olvidadas desde ya, por mucho que se empeñen en vender sus discos.

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