Raimundo Fitero
Terror
Una noche sin luz en una gran ciudad, es una noche terrorífica. Las calles urbanizadas e iluminadas con la luz ambiental confieren una idea de bienestar que al apagarse, al quedar solamente con las sombras producidas por los focos de los automóviles y por el maullido de los gatos, es como entrar en una película de miedo. Atravesar las calles o estar en una casa casi sin ruidos mecánicos de la maquinaria, provoca pavor, terror. Somos absolutamente dependientes de la electricidad. Miren a su alrededor, casi todo funciona con electricidad, y cuando digo todo, es todo, porque ese teléfono portátil, sin electricidad no se recarga, ni funcionan los ascensores, ni ningún electrodoméstico está servible, como su nombre indica, no se puede cocinar en muchos hogares y, ¡oh cielos!, no funciona ni la tele- visión. El terror total.
Estamos en verano, y nos cuentan por las televisiones versiones imaginativas sobre el corte de fluido eléctrico en Barcelona. Pero estamos advertidos desde hace años, esto puede pasar, el aumento de acondicionadores de aire, el consumo absolutamente demencial de energía, además de provocar los cambios climáticos, saturan las conducciones, y cuando salta un regulador caen todos en cadena. Lo vemos constantemente, pero las compañías que gestionan estos recursos energéticos básicos, solamente buscan beneficios -recuérdese la batalla de las opas-, por lo que lo que sucede es culpa del sistema en el que se mueve lo básico, en el desarrollo descontrolado, en el derroche, en unos estándares de vida y de consumo que nos llevan al colapso.
¿Qué se puede hacer un día o dos sin electricidad? Además de intentar cobrar dentro de nueve meses dos mil quinientos euros, se puede jugar a las sombras chinescas, salir a la calle y establecer tertulias sobre la propia dependencia de la electricidad. Pienso en quienes se limpian los dientes con cepillos eléctricos, se hacen zumos con su máquina, cortan el pan con cuchillo eléctrico y... ¿qué me dicen, sin poder sacar dinero de los cajeros automáticos porque se ha caído el sistema informático? Cualquier día, de tanto desarrollo, acabaremos en la prehistoria cazando con hachas de sílex.