Maite SOROA
Hernani como parque temático
Como lo prometido es deuda, saldo la que ayer contraje. Se trata de un extenso reportaje publicado en el suplemento dominical de «El país», titulado «El silencio de Hernani». La primera línea lo dice casi todo: «Hernani es el pueblo más grande en el que gobierna ANV. Un símbolo de pureza nacionalista y, durante muchos años, de violencia callejera. Hoy, muchos pretenden recuperar la normalidad. Pero se vive con mucho miedo en este territorio en el que los concejales del PP y del PSE van escoltados. Y donde nadie quiere hablar». A partir de ahí no se extrañen de leer cosas como que los hernaniarras «viven en un callejón sin salida, perdidos en su laberinto de victimismo y desconfianza». Y servidora, cuando va a Hernani, sin darse cuenta de que está en «el último bastión de la pureza nacionalista, capital abertzale, laboratorio de todos los experimentos de la violencia etarra».
El avezado reportero es muy claro al emitir sentencias: «En Hernani no existe una cultura de la paz. Ni de pluralismo. Ni libertad de expresión». El panorama que dibuja el aventurero periodista es algo así como «Blade Runner» pero en vasco. Y es que en Hernani «la Ertzaintza no pisa el centro» y «no se puede hablar de política en voz alta». Hasta tal punto llega la angustia del intrépido gacetillero que se pregunta: «¿Por qué es Hernani la capital del mundo abertzale? ¿Por qué la mayoría de sus votos sigue siendo para los violentos? Nadie esgrime una explicación razonable». Me imagino al tribulete angustiado con sus dudas.
Lo que tiene claro es que la elección no es por propia voluntad: «si la abuela no se podía mover, se la llevaba en volandas hasta la urna. Y si Patxi no aparecía por el colegio electoral para votar por los suyos, se le llamaba a casa. `Y terminabas yendo, y una vez que estabas allí, no ibas a votar al PSOE, votabas HB'». Mil a cien a que el periodista no ha hablado con nadie de Hernani que se llame Patxi. ¿Aceptan la apuesta?
Dice más tonterías el periodista metido a corresponsal de guerra, pero me quedo con una, al final: «Estamos en un parque temático de la izquierda abertzale que se extiende a lo largo del casco viejo donde (...) un grupo de niños comienza a jugar en la plaza Berri con negras pistolas de juguete perfectamente reproducidas». ¿Ya habrá pisado Hernani este pájaro?