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Una camiseta rojilla para evitar que las aceras sean la «escuela» de los niños de ciudad darío

El fútbol no son sólo millones y resultados. También tiene su cara solidaria, en la que un balón o una camiseta pueden hacer mucho por evitar que un niño se haga adulto antes de tiempo. La escuela de fútbol Osasuna-San Antonio evita que algunos de ellos acaben «callejeando».

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Natxo MATXIN

Se llama Moisés Abraham Mendoza, tiene 10 años, y seguramente no está llamado a ser uno de esos jóvenes talentos del continente americano que, gracias al fútbol, consiguen salir de la más absoluta pobreza para convertirse en famosos y millonarios. No obstante, el deporte rey está siendo un vehículo propicio para que este niño nicaragüense no se deje llevar por el canto de sirena de las bandas callejeras y no acabe final- mente cayendo en el abrazo mortal del tráfico y consumo de drogas.

Desde el pasado diciembre de 2006, Osasuna, a través de su Fundación, viene financiando un proyecto social en Ciudad Darío, cuna del genial poeta Rubén a la que da su nombre, una tranquila localidad nicaragüense de poco más de 30.000 habitantes, situada a unos 90 kilómetros de la capital, Managua. De momento, un centenar de niños de entre 9 y 14 años -algunos de ellos incluso con problemas físicos- participan en la escuela de fútbol Osasuna-San Antonio, en la que se priorizan los objetivos sociales por encima de la búsqueda de un rendimiento puramente deportivo.

Así lo explica José de la Cruz «Joselito», entrenador y alma mater de esta iniciativa, que persigue por encima de todo que estos chicos «se mantengan alejados de las calles, estén ocupados durante todo el día, hagan deporte, cultiven amistades con otros niños y estén bien alimentados». No en vano, el costo que asume Fundación Osasuna -125 euros anuales por deportista- incluye parte de la manutención, además de desplazamientos, seguros, material, y sueldos del entrenador y una administrativa.

En esa labor también han colaborado los medios de comunicación que habitualmente cubren la información rojilla, apadrinando a alguno de esos niños, como es el caso de GARA, que lo ha hecho con Moisés, un «duro» defensa central que no permite que balón y contrario pasen a la vez, y al que le gusta mucho practicar este deporte, aunque haya que «entrenar mucho, estudiar y hacer las tareas», todo ello al mismo tiempo. Es requisito obligatorio aprobar todas las asignaturas para formar parte del equipo.

Diego Maquirriain, director de Fundación Osasuna, explica cómo surgió la idea de financiar este proyecto al otro lado del Océano Atlántico, y que viene a suponerle unos 10.000 euros a las arcas rojillas. «Mediante un responsable de una de las empresas que colabora con nosotros nos pusimos en contacto con la Fundación Bonald -perteneciente a la orden religiosa que gestiona el Colegio San Antonio- y firmamos un convenio a finales del año pasado».

Fue el primer paso para comenzar a recabar apoyos económicos para la causa. Un telemaratón en Iruñea recaudó 34.400 euros destinados a tal fin, que les fueron entregados a los responsables del centro educativo durante un viaje que miembros de Fundación Osasuna realizaron al país centroamericano la pasada Semana Santa para, al mismo tiempo, llevar a cabo labores de asesoramiento.

Visita a Nafarroa

Coincidiendo con esa estancia, se planteó la posibilidad de que un número limitado de alumnos de la escuela de fútbol visitaran Nafarroa por espacio de más de tres semanas. Para financiar el viaje, se organizó un partido de fútbol en El Sadar entre empresas colaboradoras con el club, que hicieron una aportación económica extra.

De este modo, quince chavales pudieron disfrutar durante 25 días de una estancia cargada de actos deportivos y lúdicos, entre los que destacaron su visita a las instalaciones de Tajonar -y la correspondiente foto con plantilla y cuerpo técnico-, así como la posibilidad de ver un partido de fútbol de la máxima categoría, asistiendo al último compromiso liguero que enfrentó a rojillos y colchoneros.

Una experiencia que ha sido muy positiva «para ellos y para todos los que hemos participado», apunta Maquirriain, quien destaca que iniciativas de este tipo sirven «para darse cuenta que alrededor del fútbol se pueden hacer muchas actividades sociales y que el color del osasunismo puede unir a personas de culturas diferentes».

Toda vez que la escuela de fútbol ya se ha puesto en marcha, la idea es que su funcionamiento diario dependa cada vez menos de agentes externos, si bien sus impulsores diarios ya tienen en mente ampliarla, tanto en número como en la franja de edad, con la intención de que incluso niños con 6 años ya sean admitidos en ella.

Una oportunidad, quizás la única, para todos aquéllos que, como Moisés, la vida no les ha permitido el acceso a clubes con los que progresar deportivamente y abrirse un futuro laboral, sino que la triste alternativa es la de apoltronarse en una acera y evadirse de la realidad bajo el efecto de las drogas.

«Joselito», un segundo padre para el centenar de «hijos» de la escuela

La piedra angular del proyecto tiene un nombre: Joselito. Sobre este profesor de educación física, además de árbitro de voleibol y baloncesto, pivota todo el trabajo de aprendizaje deportivo y social de la escuela de fútbol Osasuna-San Antonio. No es raro, pues, que el centenar de alumnos que están inmersos en ella le consideren como «un segundo padre», dado que muchos de ellos ni siquiera han conocido o disfrutado del cariño de su progenitor biológico. Joselito corresponde a ese honor con la convicción de saber que su labor «no es trabajo para mí, disfruto mucho con verles jugar, con sus destrezas y eso es suficiente para mí».

N.M.

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