Curtis Hanson no levanta cabeza, debido a que su carrera sigue condicionada por un éxito como «L.A. Confidential», a cuya calidad cinematográfica no se ha vuelto a acercar en ninguna de sus posteriores películas. «Lucky You» era su última oportunidad de redención, pero la ha desaprovechado acumulando otro fracaso, tal vez mayor que los anteriores. Porque esta vez se trataba de hacer un clásico en toda regla, una prueba definitiva para cualquier cineasta al que se le supone un contrastado oficio. La culpa no es solamente suya, ya que las limitaciones de la película parten del guión escrito por el también oscarizado Eric Roth, que no ha sabido actualizar un modelo de sobra conocido en Hollywood.

Su vuelta al esquema argumental de «El rey del juego», realizada por un joven Norman Jewison hace más de cuarenta años, está mal planteada. Utilizan el eje central del duelo generacional, sin que las nuevas piezas de recambio funcionen con el carisma original de Steve McQueen y Edward G. Robinson en los respectivos roles del jugador principiante y el veterano.

El actor australiano Eric Bana está durante todo el metraje demasiado obsesionado con poner cara de póker, y la película cobra algo de emoción en los puntuales momentos en que tiene enfrente al gran Robert Duvall, arruinados por la presencia injustificada de una Drew Barrymore más sosa que de costumbre, que ya es decir. Está claro que en la Warner no sabían qué hacer con este producto nostálgico, que han intentado vender al público como una comedia romántica, escogiendo el peor de los caminos posibles. Es bien sabido que las escenas sobre una mesa de juego podrán tener tensión, pero nunca acción propiamente dicha, así que el resto de la narración debería ocuparse de imprimir el ritmo que les falta. En lugar de eso van y meten una historia de amor, con lo que las dos horas pasadas de duración se hacen eternas, hasta convertir a «Lucky You» en una película bastante aburrida en la que se impone el estilo de juego conservador.