Maite SOROA
Las dudas les angustian
Las sucesivas filtraciones y declaraciones en torno a lo tratado entre los partidos, el Gobierno español y ETA están dando mucho juego a los comentaristas de toda índole y ralea. Ayer, Miguel Angel Aguilar -uno que pasa por más que próximo a ZP- ofrecía su particular visión en «El País».
Hablaba Aguilar de la entrevista publicada en GARA con Arnaldo Otegi y aseguraba que «el líder de Batasuna debería saber que carecen de sentido expresiones como ésa que se le atribuye en el diario Gara del domingo, según la cual habría emplazado a Zapatero para `trabajar sobre lo avanzado' y retomar el proceso. Convendría recordarle que la táctica del salchi- chón al que se le van cortando de modo irreversible rodajas para propio beneficio ha sido abolida. Por eso de lo que Otegi hubiera llegado a pensar que era posible obtener en Loyola ya no queda nada». O sea, que el PSE ponía mercancia averiada.
Y como no se explica cómo han podido tratarse asuntos de esa naturaleza, se muestra confundido: «Explica José Bergamín en su ensayo sobre la decadencia del analfabetismo que todos los niños, mientras lo son, son analfabetos, que sólo pueden aprender a leer y escribir cuando les sobreviene el uso de razón y que mientras tanto todo es jugar. Pero Otegi ha dejado de jugar hace muchos años y carece de sentido tratarle como a un niño que viviera en el reino de la infancia irresponsable. ¿O es que el problema en lugar de entendederas es de explicaderas por parte de los interlocutores del Gobierno o del Partido Socialista?». Ahí le duele. Observa Aguilar que «al serial publicado hace días por el diario Gara, de obediencia abertzale, se añade el que acaba de iniciar Deia, de inspiración peneuvista. Los nuevos matices aportados permiten ya a un diario hablar de que el PSE dejó la puerta abierta a un cambio de la Constitución en su diálogo con Batasuna, mientras que a otro le llevan a titular que el PNV confirma el acuerdo de PSE y Batasuna en torno a un plan de autodeterminación». Aguilar no comprende nada y se interroga, casi angustiado: «¿Sobre qué bases podía el PSE garantizar el respaldo a esos planes primero dentro del propio PSOE y después por parte del Gobierno y de sus socios parlamentarios de forma que se alcanzara la mayoría requerida para un cambio constitucional de ese porte?». Que se lo pregunte a ZP. ¿No les parece?