Raimundo Fitero
Absorto
Veamos si es verdad: dice Rafael Azcona que todo está en el ordenador, que solamente hay que sacarlo. Espero un rato y no sale casi nada. A otros les ha salido un programa absolutamente anacrónico, pero que me mantiene absorto en una duda metodológica: ¿Será un éxito, un fracaso o pasará desapercibido? Me refiero al estreno de Tele 5 en el horario de «Camera café» de un nuevo producto de la factoría Moreno, que se llama «Escenas de matrimonio», y que tiene sus antecedentes televisivos en aquellos programas de sábado que dirigía el susodicho en la primera estatal, en donde además de los artistas de promoción se hacía un desfile semanal de ropa interior para señoras y para caballeros y que se remataba con unas escenas teatralizadas en las que los protagonistas eran siempre parejas. Hombre, mujer, en una cama, o cerca de ella, o saliendo de ella, o con ganas de ir a ella.
Ahora el asunto es que se colocan a tres parejas de edades diversas para cubrir todo el universo de jóvenes con poco más de veinte, maduros sobre la cuarentena y mayores después de la jubilación, que se llevan mal, que reflejan una idea bastante cavernícola del asunto de las relaciones entre hombres y mujeres, y sus variantes, y que se estructura con escenas rápidas, diálogos ultraligeros y humor de dudoso gusto.
Son precisamente todos estos elementos de parejas en donde ellas o ellos reclaman más sexo, en donde ellos o ellas consideran a su contrario o contraria idiota o asimilado, utilizando un lenguaje sainetero, o costumbrista, o directamente vulgar, lo que le puede convertir en un producto de consumo masivo, ya que, desde luego, la identificación puede ser inmediata y, al menos en estos tiempos agosteños, se asimile de una manera familiar, aunque los tacos, los tópicos, los lugares comunes no sean absolutamente nada adecuados para la formación en igualdad de los niñas y niños en este momento del siglo. Estéticamente es un retorno a aquello que se llamó «españolada», con más colorines y con otra frecuencia en los diálogos, mucho más incisivos y frescos. Aparentemente. Sigo absorto en mis cavilaciones porque las audiencias son impredecibles.