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El biocombustible encarecerá los precios de los alimentos básicos

Las grandes multinacionales petroleras están entrando en los negocios de la producción agrícola con el fin de obtener materia prima para generar «agrocombustible». Lo que pudiera parecer un resurgimiento de los agricultores no lo será. La FAO y la OCDE reconocen que se verán perjudicados en este proceso de transformación del campo. Otra consecuencia será que se encarecerán los alimentos básicos.

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Juanjo BASTERRA | BILBO

En el mundo de los negocios a nivel global lo más importante es tener capacidad financiera y poder de maniobrabilidad para comprar o vender. Una empresa que se dedica a la construcción, tan pronto como su negocio florece, se traslada al sector de la energía si mejora su rentabilidad. Está pasando ya. Antes también ocurrió. Empresas vascas que desarrollaron alta tecnología en el control numérico para la industria militar prosperaron en la fabricación de componentes importantes para las aeronaves y helicópteros, más tarde dieron el paso para fabricar aerogeneradores para la industria eólica. Otras intervienen en la conversión de productos agrícolas en biocombustibles.

Estamos en la nueva etapa: transformar el campo en importantes pozos de biocombustibles. Toca en este momento en el que se pronostica que los combustibles de procedencia fósil tienen ya los años contados. La paradoja de esta nueva fórmula de producción de energía está en que no parece que vayan a ser los agricultores ni los consumidores los que obtengan la ventaja de los «agrocombustibles», denominados también biocarburantes.

Tanto la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO) como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que agrupa a los treinta países más desarrollados, han pronosticado que el aumento de la demanda de los biocarburantes llevará consigo la subida de los precios agrícolas, que afectarán de forma directa a los consumidores, pero que no repercutirá de una manera espléndida en las rentas de los trabajadores del campo. Las multinacionales seguirán copando este nuevo negocio de la energía, bajo la aureola de ser una energía más limpia, aunque para ello destrocen el campo, los bosques y los propios alimentos, porque lo primero será estrujar el maíz, las hojas de palma y la colza para sacar las gotas preciadas de combustible.

Los biocarburantes se han puesto de moda por ser sustitutivos de los productos derivados del petróleo y porque contaminan menos cuando se queman en motores de combustión. El bioetanol es un alcohol de origen vegetal. Este carburante líquido se fabrica a partir de materias ricas en azúcares o en almidón como, por ejemplo, la remolacha, la caña de azúcar y los cereales.

El biodiésel es un combustible renovable de origen vegetal, producido a partir de materias primas renovables, bien a partir de plantas oleaginosas como colza, girasol, palma, entre otras, como de aceites vegetal es usados. La Asociación de Operadores Petrolíferos (AOP) del Estado español apuesta por el biodiésel y asegura que el bioeta- nol es más contaminante. Uno de los principales inconvenientes que tiene el biodiésel es la necesidad de mantener una producción muy extensa para obtener apenas unos litros del combustible verde. La demanda creciente provocará, a juicio de la AOP, «irremediablemente» el encarecimiento de los alimentos básicos. Por ejemplo, con una hectárea de soja se obtienen 420 litros de biodiésel; 5.550 litros, con la palma aceitera y con la la colza, 1.100 litros.

La FAO y la OCDE reconocen que existe una necesidad de elevar la producción agrícola destinada a biocombustible para cumplir los objetivos de producción energética. Así, informan de que Estados Unidos debería duplicar la producción de etanol a partir del maíz entre 2006 y 2016, de 24.000 millones de litros a 48.000 millones. En la Unión Europea, los volúmenes de oleaginosas (principalmente la colza) destinados a la producción de biocarburantes deberían pasar de 10 millones de toneladas a 21 millones en ese período. En Brasil, la producción anual de etanol es de 21.000 millones de litros, pero tendría que alcanzar los 44.000 millones de litros en 2016; y en China, de 2.000 millones de litros debería llegar a los 3.800 millones de litros.

Ambos organismos internacionales explican en el informe conjunto sobre «Las perspectivas agrícolas entre 2007 a 2016» que «el aumento del precio de las materias primas, inducido por el aumento de la producción y demanda de biocarburantes, es favorable a los productores de estas culturas ener- géticas, pero implica costes sumplementarios y una reducción de renta para los agricultores que tienen necesidad».

El «International Food Policy Research Institute», de Washington, estima que la puesta en marcha de la estrategia de los agrocombustibles, provocará que «el precio de los alimentos básicos aumente entre un 20% y un 33% en 2010 y entre un 26% y un 135% en 2020». Su director general, Holtz-Giménez, precisa que «con cada un 1% de incrementos en el precio de los alimentos, dieciséis millones de personas caen en la inseguridad alimentaria. Si continúa la tendencia actual, 1.200 millones de habitantes del mundo podrían sufrir hambre de manera crónica para 2025».

Sin embargo, la Comisión Europea es más prudente a la hora de analizar la repercusión que tendrá en la cesta de la compra de los consumidores, según explicó Wolfgang Munch, autor del informe sobre los biocombustibles sobre el que trabaja la UE. Según sus cálculos, se espera «un ligero» encarecimiento de los productos básicos «entre un 3% y un 6% a largo plazo».

En cambio, las organizaciones de consumidores en el Estado español también creen que tendrá efectos negativos sobre la cesta de la compra. Calculan, por los pasos que ya han dado empresas como Leche Pascual, que a partir del otoño se encarezcan en un promedio del 20% alimentos básicos, como el pan, la leche y los huevos.

En el origen del alza de los precios está el encarecimiento de las materias primas, como el trigo, maíz y colza, entre otros, ya que se están cerrando contratos con aumentos en los precios de entre un 32% y un 66%, debido a la fuerte demanda que se está produciendo para abastecer al sector energético y no alimentario.

La producción de biocombustibles es ya un gran negocio que, sin embargo, no beneficiará a los agricultores, porque éstos han sido desplazados de sus tierras. Las multinacionales son las que controlan el futuro. Algunas compañías y organizaciones internacionales ven en esta nueva apuesta una «nueva revolución energética», pero que se concentra en pocas manos. De ahí que esté ocurriendo que grandes compañías petroleras, agrarias y financieras estén colaborando para controlar «cuanto antes» este sector.

Por ello, el interés de las multinacionales del petróleo por la agricultura se ha disparado, sobre todo si se tiene en cuenta que la UE se ha fijado como objetivo la utilización de un 10% de biocombustibles en la factura energética. Para lograr ese porcentaje, según explican los expertos, «Europa debería comprometer el 70% de su superficie cultivable y en Estados Unidos, por ejemplo, la totalidad de las cosechas de maíz y soja tendrán que trasformase en biodiésel o etanol, lo que provocaría una hecatombe alimentaria en el Norte opulento».

Una vez más los países en vías de desarrollo serán «el gran almacén del biocombustible». Sin embargo, no podrán disfrutar de los beneficios económicos que generará, ya que son las multinacionales las que se están posicionando en ese mercado.

Fuerte interés entre las multinacionales

Las multinacionales petroleras y de la energía están realizando movimientos para situarse en ese nuevo escenario productivo y de negocio futuro con miras al 2010. A los pasos dados por Estados Unidos en Brasil, se unió el mes pasado la Unión Europea. En julio pasado la petrolera brasileña Petrobas y la portuguesa Galp firmaron un acuerdo para la producción de 600.000 toneladas anuales de aceites vegetales en Brasil y la comercialización y distribución de biodiésel. Ese caso no es el único, porque se calcula que en los últimos tres años se han multiplicado por ocho las inversiones de capital riesgo en el sector. British Petroleum (BP) ofreció 363 millones a la Universidad de California para avanzar en el desarrollo del biodiésel y el bioetanol. Holtz-Giménez, director general del International Food Policy Research Institute, advierte de que las grandes compañías han firmado acuerdos para el desarrollo de esos combustibles. Destacan acuerdos societarios entre Archer, Daniela Midland Company (ADM) y Monsanto; Chevron y Volkswagen; BP, Dupont y Toyota». Además de Repsol, Total, Cargill y Syngenta. Holanda ofreció ayudas a las eléctricas para construir plantas de biocombustibles en Indonesia, que han provocado talas abusivas de palma aceitera en ese país asiático.

J. B.

Siete plantas de biodiésel y bioetanol en Hego Euskal Herria

En Hego Euskal Herria existen en la actualidad dos plantas operativas, una en el puerto de Bilbo, de bioetanol, y otra en Nafarroa, aunque llegarán a siete porque en los terrenos de la Autoridad Portuaria de Bilbo se instalarán otras cuatro plantas de biodiésel, con una capacidad de producción de 250.000 toneladas cada una. La realidad es que en 2007 se duplicarán este tipo de plantas en el conjunto del Estado español.

Dentro de la estrategia energética de la CAV para 2010, está prevista la producción de 50.000 toneladas por año de biodiésel y 220.000 toneladas al año de bioetanol.

Un informe de la consultora DBK destaca que «se va a producir un fuerte crecimiento del número de plantas operativas y de producción» en el Estado española. A finales de 2008 se cifrarán en 50, más del doble de las que existen en la actualidad. Se espera producir más de un millón de toneladas entre biodiésel y bioetanol. En 2006 fueron 445.000 toneladas, un 45% más que un año antes. El volumen de negocio de este nuevo combustible alcanzó el año pasado 320 millones de euros, pero se espera que la facturación se triplique en 2008, ya que la producción de agrocombustibles alcanzará 2,4 millones de toneladas, según el estudio de prospección de la citada consultora.

La producción de bioetanol y biodiésel en la Unión Europea este año llegará a los 10,4 millones de toneladas, un 60% más que en 2005.

Esta expansión en tan breve plazo tendrá un efecto negativo sobre el precio de los productos de primera necesidad, puesto que la demanda de determinados productos agrarios se elevará de manera importante, lo que provocará un crecimiento en los precios.

J. B

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