Los empresarios ganan la batalla de la reducción de los salarios en la UEM
El último Boletín Económico del Banco de España confirma en su análisis sobre «La evolución en la Unión Económica y Monetaria (UEM) de la participación de los salarios en la renta» que los empresarios están ganando la batalla en el camino de la reducción de los salarios. Esta merma para los trabajadores tiene como consecuencia directa, según reconoce el Banco de España, que los beneficios económicos de las empresas sigan en los niveles más altos de la historia.
Juanjo BASTERRA |
En el trabajo firmado por Esther Moral, de la dirección general del Servicio de Estudios del Banco de España (BDE) y Véronique Genre, del Banco Central Europea (BCE), se analiza la tendencia decreciente que los salarios tienen en la participación de la riqueza de la Unión Económica y Monetaria (UEM).
La pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores es una constante en Europa. El temor que han infundido los empresarios, sobre todo, en que unos salarios elevados impiden el desarrollo económico y generan desempleo, les está dando frutos a pesar de que el esfuerzo lo ponen los trabajadores. La contención salarial, la precarización de las condiciones de trabajo y las cada vez más ayudas directas e indirectas que reciben los empresarios desde la Administración Pública están elevando sus beneficios, mientras que los sueldos de los trabajadores, en general, pierden peso en el Producto Interior Bruto (PIB).
El estudio, que apareció ayer en el Boletín Económico, correspondiente a agosto, se reconoce una «caída gradual» del peso de los salarios desde comienzos de los años ochenta. Esta tendencia sólo se frenó en «el período comprendido entre 1989 y 1993». El estudio llega a la conclusión de que «la disminución de la participación salarial en la renta en el conjunto de la UEM parece algo más que una simple corrección transitoria». En los ocho países estudiados se ha reducido el poder salarial, aunque en distinto grado.
En el Estado español, según el BDE, se ha reducido en dos puntos porcentuales desde los años ochenta, aunque partía con unos salarios muy inferiores a los europeos; en Alemania y Austria bajaron nueve puntos; y, Holanda, perdió siete. En el Estado francés y Bélgica la caída superó los seis puntos, mientras que Finlandia redujo el nivel salarial a partir de los noventa.
Moral y Genre señalan tres causas directas de esa pérdida salarial. En primer lugar, el impacto de la globalización, aunque renocen que todavía carecen de elementos de contraste suficientes para determinar si este factor es el principal. Sí indican que una parte de la explicación se encuentra en que «los países europeos, ante la fuerte competencia procedente de países como China en la fabricación de bienes manufacturados con bajos costes de producción, se han especializado en variedades de productos caracterizados por una mayor calidad y diferenciación, en las cuáles la elasticidad del precio de la demanda es más reducida, lo que significaría un menor peso de las rentas salariales en el valor añadido».
También lo achacan al offtshoring, es decir empresas de países desarrollados que desplazan parte de sus procesos productivos a otros países emergentes con bajos costes laborale. «Esta deslocalización ha podido favorecer una reducción de los costes laborales», indica el trabajo del BDE y el BCE.
El progreso tecnológico también es un factor influyente en el que la productividad ocupa un lugar destacado.
El estudio, por último, reconoce que las reformas laborales llevadas a cabo en la UE con una constante flexibilización de las condiciones de trabajo y un empeoramiento de los salarios han influido en los sindicatos «que se han preocupado más por el mantenimiento del empleo que de los salarios».
Un dato que corrobora el buen momento económico es que las empresas que cotizan en el Ibex 35, las más importantes de la Bolsa española, han obtenido un beneficio del 32,1% hasta junio, según los datos económicos registrados en la CNMV.
En el primer semestre, las 35 empresas han movido un negocio de 146.448,4 millones, un 16,56% más y el beneficio de la explotación alcanzó los 36.742,1 millones, un 24,5%, mientras que el beneficio neto se elevó hasta el 32,1%, lo que supuso una cantidad de 23.457,9 millones de euros. Mientras las empresas abultan sus beneficios económicos, el Banco de España reconoce en el último boletín económico que los salarios de los trabajadores «reflejan una gran estabilidad de las tarifas salariales pactadas, que mantienen tasas próximas al 2,9%, inferiores a las observadas en los años anteriores y en línea con las directrices salariales del Acuerdo Interconfederal para la Negociación Colectiva, firmado entre las patronales CEOE y Cepyme y los sindicatos CCOO y UGT». Esta situación está provocando un desequilibrio importante en el peso de la riqueza. Los trabajadores están perdiendo en el reparto del PIB y, en cambio, las grandes empresas no sólo están incrementando sus resultados económicos, sino su poder.
Los beneficios empresariales representaban en el Estado español el 40% del PIB en 1980 y las remuneraciones de los salarios se encontraban en el 53%. El descenso es continuado para los trabajadores hasta representar ya un 46,4% en la tarta de la riqueza, mientras que los empresarios avanzan.
J. BASTERRA