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Victoria Mendoza Psicoterapeuta

Terapia musical con Txalaparta y Mikel Laboa

Todos sabemos que la música, la danza, el teatro, la pintura y otras artes tienen funciones terapéuticas y sanadoras contra la ansiedad, la depresión, el dolor, la rabia, la tristeza o el estrés. Durante muchos años en mis talleres terapéuticos he podido experimentar con diferentes estilos musicales, permitiéndome observar y comprobar la similitud que existe entre el sonido de un tambor y el sonido de la txalaparta, ya que la música no sólo debe ser creativa, sino también terapéutica por lo que desde hace veinte años aproximadamente intento mezclar algunas técnicas indígenas para trabajar las emociones junto con técnicas humanistas-gestálticas. La música debe apreciarse indiscutiblemente por el sentido del oído, pero hay algunos ejercicios donde la música entra por algunas zonas del cuerpo, por ejemplo el estómago, dos dedos debajo del ombligo. Estos ejercicios sobre todo son útiles a la hora de intentar que el paciente conecte con la emoción, en el caso de personalidades rígidas, o para remover recuerdos de hace muchos años, escondidos en algún profundo lugar de nuestro interior a manera de defensa para evitar el sufrimiento emocional. Uno de los instrumentos con más poder de profundizar y remover secretos del subconsciente, o bien como deshinibidores emocionales o, como se dice en el chamanismo, para pasar a otros niveles de conciencia, es sin lugar a dudas el tambor, y la txalaparta; ambos tienen un sonido mágico y terapéutico. Si escuchas cualquiera de estos instrumentos con algún ejercicio dirigido puedes experimentar cambios profundos.

Toda la música genera y provoca cambios en nuestro estado de ánimo, pero el tambor y la txalaparta tienen además otras propiedades de sonido y ritmo que facilitan la vibración de músculos. Esta sacudida energética permite sacar algo muy escondido en el inconsciente, o bien facilita hacer viajes internos que mueven la memoria recordando acontecimientos importantes de la vida emocional, siendo de gran ayuda a la hora de la terapia. La música y la danza son complementarias, escuchar música a la vez que mueves el cuerpo, o bien intentar mover el cuerpo al ritmo de cualquier música es un trabajo muy revelador y terapéutico, y si además de ello están los profesionales que dirigen, que observan con atención y respeto profesional, se puede avanzar mucho en la terapia. Me parece de suma importancia que se utilicen instrumentos musicales, música y canciones propias de la cultura. Por ejemplo, para trabajar con vascos poner canciones en euskera; trabajar con árabes, música árabe. Las emociones se trabajan mejor con la lengua materna, ya que las madres son, sin lugar a dudas, las mejores maestras de las emociones. Les invito a escuchar la txalaparta o a Mikel Laboa o Benito Lertxundi, intentando que el sonido de la música entre por el vientre, dos dedos debajo del ombligo, a la vez que el sonido de la voz entra por los oídos. Les recomiendo concentración y paciencia y les deseo a todos una feliz terapia musical.

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