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«Rescatar autores del patrimonio musical vasco es como un vicio compulsivo»

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Josep Cabré, director de Capilla Peñaflorida

El Ciclo de Música Antigua de la Quincena continúa su curso con un nuevo homenaje a la figura de Domenico Scarlatti, esta vez con un programa dedicado a su música vocal religiosa a cargo de la Capilla Peñaflorida. Su director, Josep Cabré, aclara que han preparado un programa «muy variado» para esta tarde; desde una pieza sencilla a doble coro hasta «la exacerbación» del estilo antiguo.

El barítono catalán Josep Cabré será quien dirija a la Capilla Peñaflorida en un concierto que también rescatará tres de las obras de un compositor vasco contemporáneo de Domenico Scarlatti, Antonio de Arriola (1976-1730).

Dentro de los homenajes que la Quincena Musical está brindando a Domenico Scarlatti, ¿qué es lo que va a ofrecer la Capilla Peñaflorida en el concierto de esta tarde?

Hay que tener en cuenta que Scarlatti es sobre todo conocido por su música de tecla y, sin embargo, su música de tecla corresponde básicamente con sus últimos treinta años de vida, es decir, con su estancia en la Corte española. Pero antes de eso, y como hijo del gran Alessandro Scarlatti, Domenico cultivó todos los géneros: la ópera, la cantata, la música de cámara religiosa... Y, claro, se trata de un repertorio muy importante porque en él se encuentra al heredero de las formas antiguas de composición, pero que, a pesar de ello, logra unas cimas expresivas importantes, como es el caso del «Stabat Mater» que interpretaremos hoy. En nuestro programa, específicamente, hay cosas muy variadas: desde el «Te Deum», que es una pieza muy sencilla a doble coro pero muy efectista, como corresponde a una pieza celebrativa, pasando por el himno, el «Iste confessor» o el «Miserere», que son piezas al estilo antiguo, en el que usa todos los recursos de la polifonía clásica, y, por último, la exacerbación de ese estilo antiguo, pero ya con todos los recursos expresivos modernos, que es el «Stabat Mater».

Por lo que hemos podido escuchar estos días, resulta evidente que la música vocal de Scarlatti es de gran calidad. ¿Por qué cree que se ha visto eclipsada por su música de tecla?

Es debido a que contemporáneos suyos han sido grandes excelencias en la música vocal. Es el caso de Juan Sebastián Bach, por citar a uno. Y, en cambio, todos los ejercicios de clavicémbalo de Scarlatti, todas esas colecciones de sonatas, constituyen un corpus musical específico, completamente novedoso y en el que desarrolla muchas de las posibilidades del instrumento. Al final, el mundo se ha quedado principalmente con esta parte de su producción. Sin embargo, su música del periodo anterior, por ejemplo, las óperas, no desmerecen para nada la calidad de las sonatas. Lo que sí es cierto es que el Scarlatti de la música vocal, de la ópera y de la música religiosa es el Scarlatti italiano, y el Scarlatti de las sonatas vive de su herencia italiana pero tiene mucha influencia de su estancia ibérica, tanto española como portuguesa.

En el programa de hoy, junto a las de Scarlatti, se van a ofrecer también tres obras de Antonio de Arriola, dos de ellas, además, estrenos en tiempos modernos. ¿En qué consiste esta parte del programa?

Esto de rescatar autores olvidados del patrimonio musical vasco es como una especie de vicio compulsivo de la Capilla Peñaflorida. Por una parte, es un objetivo fundacional de la Capilla, pero, por otra, considero muy importante poner en paralelo compositores que han vivido aproximadamente en la misma época. En este caso, las de Antonio de Arriola, que era maestro en el Santuario de Arantzazu, son obras escritas en estilo mucho más antiguo que el de Scarlatti. Se trata realmente del siglo XVII como escritura, pero denotan un gran oficio en la composición de música, digamos, práctica, funcional, la que se uti- lizaba en el día a día de los oficios religiosos. Sin embargo, el perfil biográfico de Antonio de Arriola nos es prácticamente desconocido.

Con este movimiento de recuperación de obras del archivo de Arantzazu, en el que la Capilla Peñaflorida ha jugado un papel fundamental, se está demostrando que Arantzazu era un centro musical realmente importante y que se mantenía muy al día de las modas y corrientes imperantes en el resto de Europa.

Sí. Fíjate que, en el archivo de Arantzazu, la música muy antigua es poca, pero se conservan algunas cosas del siglo XVII, muchas del XVIII y, evidentemente, muchas del XIX también. Pero el archivo contiene también música de compositores famosos europeos copiada en la propia época en que vivieron éstos. En el caso de Haydn, por ejemplo, la Capilla ofreció en el marco de La Folle Journée, tanto en Bélgica como en Bilbao, la llamada «Misa Chiquita del Señor José Haydn», encontrada en Arantzazu y que no es otra que su conocida composición «Orgelmesse».

¿Cuál es la recepción del público, tanto vasco como foráneo, cuando escucha estas obras del legado de Arantzazu?

La acogida del público en el País Vasco, como muchas veces también afuera, es, honestamente, bastante entusiasta. Y viene, además, del melómano por gusto, no necesariamente de conocedores de la historia del patrimonio. En el caso, por ejemplo, de uno de los últimos compositores con los que hemos trabajado, Urban de Vargas, la recepción ha sido realmente buena. Es algo impresionante, sobre todo porque se trata de un mundo muy desconocido.

Mikel CHAMIZO

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