Las carteleras acogen lo mejor del cine de Corea y Hong Kong
El coreano Park Chan-wook y el chino Johnnie To estrenan sus esperadas últimas películas, que les consagran como dos de los cineastas orientales que mayor interés despiertan en las salas de cine occidentales. «Sympathy for Lady Vengeance» y «Election 2», además de aportar exotismo a la cartelera veraniega, traen un soplo de aire fresco.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
El cine de Corea del Sur tiene en Park Chan-wook a una de sus mayores sensaciones, con películas de verdadero impacto que no pasan desapercibidas para el público occidental, atento a todo lo que llega de la producción asiática. Después de un par de realizaciones de tanteo su confirmación se debió a «JSA: Joint Security Area», cinta que, de forma espectacular, ponía en escena el conflicto fronterizo entre las dos Coreas. Una vez abordado un asunto de tanta envergadura quiso reflejar una dimensión más interna, la que atañe a las tensiones derivadas de la lucha de clases a nivel local. Y así surgió la trilogía sobre la venganza como un ajuste de cuentas pendientes con la historia reciente de su país.
La primera entrega, la titulada «Sympathy for Mister Vengeance», es una terrible historia sobre gente inocente desbordada por la violencia social: un sordomudo que trata de conseguir un trasplante de riñón para su hermana enferma se topa con un sinfín de corruptelas, empezando por el tráfico de órganos, lo que le hace recurrir en su desesperación al secuestro como medio fatal para obtener un dinero manchado de sangre.
La siguiente, sin duda la más exitosa de las tres, fue «Old Boy», que le valió el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes de 2004. Coloca a su protagonista a contracorriente de una situación extrema, tras verse durante quince años privado de libertad por causas que desconoce. Este hombre saldrá a la calle un buen día, sin saber tampoco las razones, enfrentándose, en medio de una Corea cambiada e irreconocible, a un enemigo invisible capaz de desatar toda la furia y rabia acumuladas durante su largo encierro. La excesiva interpretación de Choi Min-sik, con secuencias tan duras como la del martillo, otorgan a esta película de factura poderosa una merecida consideración de obra de culto.
La tercera y última entrega es «Sympathy for Lady Vengeance», que pone de nuevo a su heroína en la tesitura de un confinamiento que, esta vez, es carcelario. Además, la víctima es ahora en efecto una mujer, porque Park Chan-wook quería soltar de alguna manera el lastre moral de tanta película violenta con la venganza como móvil y, en lugar de variar el registro, pensó que lo mejor sería buscar una salida elegante a semejante sobredosis de revanchismo. Para ello presenta a una mujer que busca la redención a través de su acto vengativo, mostrándose a los demás como una persona aparentemente arrepentida y dispuesta a rehabilitarse. A la convicta, encarnada por la actriz Lee Yeong-ae, su condena le pilló demasiado joven, con veinte años, lo que junto a su belleza la convirtió en el foco de atención de los medios de comunicación. Como la venganza es un plato que se sirve frío, durante su estancia en la cárcel se comportará con humildad y dulzura a fin de ganarse aliados de cara al momento de su puesta en libertad, y así poder cumplir sus planes largamente madurados. Es la hora de la verdad y de reencontrarse con su profesor, al que considera culpable de lo ocurrido trece años atrás.
No cabe duda de que se trata de un ángel exterminador, impelido por una misión reparadora para el curso tomado por su contrariado destino. Con ella, el trasfondo violento del cine de Park Chan-wook toma un aire más melodramático, sin renunciar a su característico y cruento humor negro. En definitiva, se trata de un tipo de violencia más femenina y mística.
La versatilidad de Johnnie To
Johnnie To es un cineasta de trayectoria mucho más amplía, pero que por los consabidos problemas de distribución ha tardado demasiado tiempo en ser reconocido en Occidente. Es el indiscutible actual número uno del cine hecho en Hong Kong, el que ha hecho olvidar a John Woo, en principio más conocido por haberse pasado a la industria de Hollywood. Lo que distingue a To sobre el resto de sus colegas chinos es su versatilidad, gracias a una intuición cinematográfica que le permite transitar por todas las variantes del cine de acción manteniendo intactas unas constantes estilísticas. Puede ir desde la comedia al drama, sin perder la fidelidad a los repartos corales, habida cuenta del portentoso dominio que posee en el diseño y coreografía de las escenas de masas, ya sean persecuciones o tiroteos. Con el movimiento de grúa imposible que abre el interminable plano-secuencia de su obra maestra «Breaking News», deja a Brian de Palma en pañales, perfeccionando aspectos técnicos que ya había ensayado en realizaciones anteriores. Da fe de ello la secuencia final del fuego cruzado en «P.T.U.».
De un tiempo a esta parte Johnnie To se ha ganado el prestigio internacional con las películas de gángsters, precisamente debido a esa facilidad pasmosa para resolver situaciones complicadas con muchos personajes en escena. De un lado está la saga iniciada con «The Mission» y continuada por «Exiled» y de otro la que parte de «Election», que ha supuesto su consagración definitiva.
Se ha dicho que «Election» es «El Padrino de Hong Kong», siempre y cuando quiera ser contemplada como una versión oriental de la trilogía de Coppola, algo que a consecuencia de las absolutas diferencias culturales existentes entre la mafia italoamericana y las triadas chinas resulta inviable. Los códigos de honor que manejan estos dos cineastas tan alejados el uno del otro, junto con los métodos de acceso al poder y su detallada descripción, no tienen nada que ver entre sí. A simple vista, «Election» ya sorprende por su ilustración de la lucha interna, siempre silenciosa y sujeta a esa regla por la que los trapos sucios se han de lavar en casa. No hay en la película inicial ni una sola escena de intercambio de disparos o de cualquier otro estallido de violencia ruidosamente espectacular. Las ejecuciones son con arma blanca y otros recursos parecidos que implican un contacto físico directo, casi como dolorosos castigos ordenados a modo ejemplarizante, contrarios a soluciones más drásticas y rápidas.
«Election 2» arranca dos años después de lo visto en la película precedente, con la lucha por obtener el control de la triada más antigua de Hong Kong ya consumada. En consecuencia ya no se trata de luchar por el poder, sino de mantenerlo frente a la alternativa representada por un nuevo candidato a hacerse con el cetro de la triada Wo Sing. El actor Louis Koo, quien en la primera parte tenía un papel secundario, toma aquí el máximo protagonismo al postularse como futuro líder. No es un gángster a la vieja usanza, más bien aparece como el hombre de negocios que cuenta con el respaldo oficial para sus actividades ilegales. Un aspecto de denuncia que no pasó inadvertida a las autoridades chinas, quienes censuraron los pasajes en que se hablaba de implicaciones entre el gobierno y el hampa. Pero, aun considerándose a sí mismo como un empresario, el aspirante deberá entrar en una guerra sin control para doblegar a la triada desde dentro, convirtiéndose de mala gana en un hombre de acción. A Johnnie To le bastan puntuales escenas cruentas para escenificar esa violencia intimidatoria, que alcanza niveles paroxísticos.
A menudo los espectadores más escépticos con respecto al creciente fenómeno del cine asiático, junto a la acusación de que obedece a una simple moda, lo suelen achacar a la violencia explícita de sus películas. Es un poco la pescadilla que se muerde la cola, porque toda manifestación cultural atenta al pulso del mundo actual no puede obviar el convulso estado de cosas imperante. El cine asiático aporta expresividad a esa conflictividad global, debido a su particular sensibilidad para imprimir a las imágenes violentas una mezcla de humor y lirismo, difícil de encontrar en las cinematografías occidentales.
M. I.