El balance oficial sobre el dispositivo de seguridad desplegado en las pasadas fiestas de Baiona se atuvo a lo esperado. Satisfacción en la alcaldía y en la subprefectura por los resultados arrojados por el aumento de agentes y por la instalación de cámaras. Las cinco agresiones sexistas registradas, dos de ellas con denuncia de violación, no pueden hacer desmerecer un balance en el que por no faltar no falta ni la alusión a la satisfacción ciudadana. Que ya se sabe que cuando se sale de fiesta lo que más apetece es tener a un lado a un agente armado. Por descontado, y ante el excelente funcionamiento, el año que viene seguro que habrá más cámaras y armas en el recinto festivo. La seguridad es el apartado más costoso de las fiestas de Baiona, y el sistema de videovigilancia que plantea extender la ministra Michèlle Alliot-Marie a lo largo y ancho del Hexágono supondrá un fuerte desembolso para los ciudadanos. Las experiencias en municipios en que se ha incrementado el dispositivo de cámaras no deja lugar a dudas: las inversiones millonarias no llevan aparejados resultados espectaculares en «disminución de la delincuencia». Pese a ello, se persiste en el método, lo que indica a las claras que el objetivo apetecido va más allá de lo que se explica a una ciudadanía ya sometida a múltiples sistemas de control sin necesidad de que filmen sus pasos.