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Las obras compuestas para el órgano de Oiartzun, juntas en un doble cedé

Pagoarte ha publicado «Música para el órgano Cavaillé-Coll de Oiartzun», un doble cedé que recoge las cuatro obras que, por iniciativa de la propia asociación, Gorka Cuesta, Ramon Lazkano, Peio Zabalette y Loïc Mallié han compuesto en los últimos años para ser estrenadas expresamente en la parroquia de San Esteban de la localidad guipuzcoana. En total, más de hora y media de música contemporánea para órgano e intrumentos como el txistu y la txalaparta.

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Martin ANSO | OIARTZUN

El cedé fue presentado ayer en el marco de la Quincena Musical de Donostia, pero, lógicamente, en Oiartzun, en el coro de la parroquia de San Esteban, que alberga el órgano de la localidad, una joya o, como dijo ayer Loïc Mallié, «un pequeño milagro».

Fue construido por los prestigiosos organeros Cavaillé-Coll antes de 1849 y llegó a Oiartzun, procedente de París, en 1861, cuando el Ayuntamiento lo adquirió por 12.000 francos, una suma muy considerable para la época, que estaría justificada por su calidad. «Es un excelente instrumento de transición entre el clasicismo y el romanticismo», apostilló Pello Zabala, que ha participado en el cuidado libreto que acompaña al cedé y ayer, en la presentación, demostró las posibilidades del órgano.

En nombre de Pagoarte, Arantza Iraola recordó que la asociación empezó en 2002 una serie de actividades para dar a conocer el órgano. Entre ellas, ha destacado el encargo a cuatro músicos de otras tantas partituras, concebidas expresamente para el instrumento y que han ido estrenándose en los últimos años en la propia parroquia. «La edición del cedé culmina este ciclo de actividades», indicó Iraola. Un ciclo en el que ha sido clave el papel del escultor Antxon Mendizabal, a quienes los cuatro compositores agradecieron ayer expresamente su buen hacer en todo el proceso.

Cada una de las cuatro obras, «todas ellas muy diferentes entre sí» -subrayó Zabala-, cuentan con alguna particularidad.

La de Gorka Cuesta, «Le sommeil de l'Ange», es una pieza para órgano y txistu. «Fue un verdadero reto», aseguró el com- positor donostiarra. De cara al cedé, ha sido grabada por Loïc Mallié y Aitor Arozena.

La de Ramon Lazkano, «Otoitz baten gisan», cuenta con letra de Xabier Lete, quien en alguna ocasión se ha referido a ella como «una oración nihilista». «Es una obra muy de su mundo», dijo ayer al respecto Lazkano, que se mostró encantado de haber tenido ocasión de trabajar estrechamente con el oiartzuarra. La interpretación de «Otoitz baten gisan» ha corrido a cargo del organista Oscar Candendo y del barítono Fernando Latorre.

La obra de Peio Zabalette lleva por título «Iragailearen liburua» y ha sido compuesta para órgano y percusión. «Cuando la escribí -indicó ayer el compositor de Iholdi-, acababa de regresar de un viaje a Bali y Java, donde había quedado muy impresionado con las danzas y también con la percusión que hacen sobre todo a base de bambú, que a mí me recordaba de alguna manera a la txalaparta». En la grabación de la obra, Mallié ha tocado el órgano, Juan Mari Beltran e Iñigo Monreal han hecho lo propio con la txalaparta y Urko Arozena se ha encargado del resto de los instrumentos de percusión.

La cuarta pieza incluida en el disco es «Elorri zuriaren azpian», una melodía popular que Loïc Mallié recrea. «Utilicé -explicó ayer el organista francés- una técnica muy sencilla, destinada, por una parte, a subrayar la propia melodía y, por otra, a poner de relieve todos los registros del órgano, incluidos los más extremos. El objetivo era que la melodía fuese quedando progresivamente de manifiesto, como si del revelado de una fotografía se tratase».

Mallié no se ha limitado a responder al encargo de la pieza que le hicieron y a participar en la grabación como intérprete de obras de los otros compositores, sino que, además, a modo de «propina», ha aportado una quinta pieza al doble cedé: una improvisación de casi 23 minutos sobre la melodía popular «Jaingoikuak gabon!». «Antxon Mendizabal me envió un disco con varias melodías de Oiartzun y, como no sé euskara, no sabía lo que quería decir el título de la que escogí, así es que me tuve que basar exclusivamente en la música. Cuando me enteré de que quería decir `buenas noches', me quedé un tanto desolado, porque la verdad es que me habían salido unas noches bastante agitadas», bromeó el prestigioso organista.

Mallié no sólo ha cerrado el disco con una improvisación, sino que también ayer cerró improvisando su presentación en San Esteban. Sobre una melodía popular elegida a ciegas (la de los bertsos sobre sí mismo que cantó Kaxkaxuri), Maillié demostró su maestría y todas las posibilidades del órgano. En un momento transformó la melodía, que de por sí no se presta a muchas alegrías, en lo que podría ser la banda sonora de cualquier filme de misterio o terror.

 
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