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Nuevo intento de cierre de la cuestión de Kosovo

Congelada en la ONU por el veto de Rusia, arrancó ayer una nueva ronda negociadora en torno a una solución sobre el estatus de Kosovo. La mayoría albanesa no oculta su impaciencia. La minoría serbia recela de un Kosovo independiente.

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Dabid LAZKANOITURBURU

LLa llegada a Belgrado de tres mediadores de la troika (EEUU, Rusia y Alemania) marcó ayer el inicio de un nuevo intento para desbloquear la cuestión del estatus de Kosovo, después de que Moscú consiguiera con su veto sacar el dossier del seno del Consejo de Seguridad de la ONU y reenviarlo al Grupo de Contacto, del que también forman parte Gran Bretaña, Estado francés e Italia.

La troika, que se reunirá hoy en la capital de Kosovo, Pristina, con los líderes albano-kosovares, tiene 120 días de plazo, hasta el 10 de diciembre, para hallar solución a un problema que amenaza con volver a hacer estallar el polvorín de los Balcanes.

Un ultimátum calculado de cuatro meses, con el que la ONU pretende forzar al Gobierno independentista kosovar a que dé marcha atrás en su anuncio-amenaza de proclamar unilateralmente la independencia el 28 de noviembre, día de la independencia albanesa y efemérides con reminiscencias a la Gran Albania, una idea que pone los pelos de punta a las cancillerías occidentales.

Y en el reverso de la moneda, una independencia de Kosovo que, sostiene Rusia, podría provocar un movimiento de empatía en cascada, que llevaría a la redefinición de fronteras a lo largo y a lo ancho del continente europeo. El Kremlin esgrime para ello los casos, para él cercanos, de los enclaves caucásicos de Osetia del Sur y de Abjasia. y del Transdniéster, hoy en Moldavia. Pero lo hace más en clave de amenaza, habida cuenta de que sabe que Occidente es consciente de que nada importante se mueve en esos territorios en disputa sin la aquiescencia de Moscú. Como aviso para navegantes, el presidente Putin advierte a estados como el español de que el ejemplo kosovar podría ser exportado a lugares más cercanos. No menciona, por si acaso, su política genocida -mucho más que la que se puede atribuir a la Serbia de Milosevic para con Kosovo- en Chechenia.

Pulso de Rusia con EEUU

Pero, por encima de estas contingencias, Moscú mantiene, en torno a Kosovo, un pulso con Occidente que va mucho más allá de las fronteras balcánicas. Ninguneada durante años por Occidente, y con los proyectos expansionistas estadounidenses en sus mismas puertas (escudo antimisiles en Polonia y República Checa), la Rusia de Putin ha levantado la cabeza en la escena internacional, para solaz en este caso de Belgrado.

Así, mientras el representante de la UE en la troika, el alemán Wolfgang Ischinger, aseguraba que estamos «ante otra ocasión, quizás la última, para encontrar una solución negociada», Rusia insistía en rechazar el plazo de cuatro meses y defendía aquilatar el proceso «hasta que las dos partes lleguen a un acuerdo». Sigue así el guión marcado por el Gobierno serbio.

No se sabe a qué acuerdo se refieren, cuando las posturas entre ambas partes son irreconciliables. Serbia propone «la más amplia autonomía», mientras Kosovo insiste en que no puede bajar el listón del proyecto de separación tutelada por la UE -y con una amplia descentralización de los enclaves de mayoría serbia dentro del enclave- con el horizonte inminente de la independencia.

Esta solución, planteada por el mediador de la ONU, Martti Ahtisaari, tras un año de infructuosas negociaciones, debería ser la base de esta nueva iniciativa según el esquema que defienden EEUU y la UE.

Por contra, Rusia insiste en dar por muerto este plan y exige empezar de cero. Pero las desavenencias no acaban ahí y alcanzan incluso al formato elegido por la troika. Así, Serbia insiste en mantener negociaciones directas y critica al modelo de encuentros separados con ambas partes con el que el Grupo de Contacto pretende preparar una última ronda negociadora, ésta sí directa, en torno al mes de noviembre.

«Podemos estar discutiendo durante 120 días o durante 120 años, pero llegaremos al mismo punto: nosotros queremos la independencia y Serbia está en contra», recordó ayer Veton Surroi, jefe del equipo negociador de los albano-kosovares. El primer ministro de Kosovo y ex comandante de la guerrilla de la UÇK, Agim Çeku, recuerda anteriores incumplimientos y advierte de que «esta vez las negociaciones no pueden superar el plazo». Por la cuenta que le trae.

impaciencia albano-kosovar

Abdyl Mushkolaj está inquieto. Sentado en su despacho de la Asociación de Veteranos de Kosovo en Decani (este), advierte de que «los que combatieron una vez por este país están dispuestos a volver a hacerlo». Hace alusión a la guerra de guerrillas que el UÇK llevó a cabo contra el Gobierno serbio.

La impaciencia es cada vez más perceptible entre la gente, aunque no ha tenido aún traducción en la calle. Eso sí, no han faltado protestas minoritarias, protagonizadas por el grupo Vetëvendosja (Autodeterminación), que exige un referéndum de independencia. Protestas que han tenido últimamente como objetivo a la propia clase política albano-kosovar y a su equipo negociador.

Lulzim Peci, experto en seguridad, advierte de que «la frustración es perceptible en el seno de la población aunque -añade- a día de hoy no hay ninguna manera de canalizarla de forma positiva».

El veterano guerrillero reprocha a los políticos que no han hecho bien su trabajo en las negociaciones. «Si nuestro destino depende de (el presidente ruso, Valdimir) Putin y de Rusia, entonces el salario de nuestro primer ministro debería correr a cargo de Moscú», se queja Mushkolaj.

Los dirigentes políticos albano-kosovares ya no se atreven a poner fecha a la ansiada independencia. El ex primer ministro Bajram Kosumi habló de junio de 2006. Su sucesor, Çeku, sugirió mayo de 2007. Ahora todos callan..

Los más impacientes no se quedaron satisfechos tras la visita del presidente de EEUU, George W. Bush, a Albania, en la que se mostró a favor de que Kosovo declare su independencia si el tema sigue anegado.

Mientras tanto, no pocos miran de reojo a los 30.000 antiguos combatientes de UÇK. Miles de ellos tienen sus empleos en el Servicio de Policía de Kosovo y en las Brigadas de Protección de Kosovo. Pero hay otros muchos miles azotados por el paro, por no decir a la deriva. Y son una amenaza potencial.

Mushkolaj señala, con todo, que si las negociaciones siguen en punto muerto «no sólo se levantarán los veteranos, sino el pueblo entero». Y Lulzim Peci está de acuerdo. «Toda la energía negativa acumulada podría estallar de forma incontrolada», advierte.

Recelo de los serbios de Kosovo

Kosovska Mitrovica, concretamente la ribera norte del río Ibar concentra a buena parte de los escasos 80.000 serbios que permanecen en Kosovo. Sus dirigentes ya han amenazado con la secesión en caso de que Kosovo logre la independencia y tildan de «cantos de sirena» las promesas de doble nacionalidad y de relaciones directas con Serbia que les prometió el plan de Ahtisaari.

Unas promesas que han hecho a más de un analista proclamar la creación de facto y en versión mucho más apurada de la «República Srpska» de Kosovo y Metohija, en referencia al enclave serbio en Bosnia.

Más al sur, la descentralización prometida a las localidades serbias que rodean a la ciudad oriental de Gnjilane levanta ampollas entre la ciudadanía mayoritariamente albanesa. Lo mismo ocurre con la promesa de estatuto especial para los monasterios ortodoxos, como la sede patriarcal de Pec, que pueblan el territorio kosovar.

Tanto estos últimos como los guetos serbios de Orahovac-Rahovec y las aldeas de Gorazdevac y Velika Hoka serían los grandes paganos de un estallido de la tensión y sus habitantes seguirían, a buen seguro, el camino del exilio que han emprendido, desde la crisis de 1999, decenas de miles de serbios.

Dos interpretaciones de la historia frente a frente

La historiografía serbia sitúa a Kosovo como el núcleo territorial de la dinastía de los Nemanjic en el siglo XII. La batalla de Kosovo Polje, a escasos kilómetros de Pristina, simboliza en la mitología serbia la derrota-redención ante el imperio turco (otomano).

La ciudad kosovar de Pec, en el oeste, simboliza asimismo la autocefalia de la iglesia ortodoxa serbia. Su patriarca sigue llevando el nombre de Patriarca de Pec y asume simbólicamente su puesto en Kosovo.

Los albaneses, en cambio, se reclaman sucesores de los ilirios (en tiempo de los romanos) y recuerdan que los serbios (eslavos) no poblaron estas tierras antes de los siglos VI y VII. Atribuyen la toponimia serbia imperante en Kosovo a la «violencia de la colonización eslava en la Edad Media». Respecto a los monasterios ortodoxos, arguyen que eran en su origen iglesias y centros católicos. Se basan para ello en que su conversión al islam no se generalizó hasta entrado el siglo XVII.     D.L.

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