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Karzai y Musharraf sólo firman una declaración de buenas intenciones

El presidente títere afgano, Hamid Karzai, y su homólogo paquistaní, el golpista Musharraf, se limitaron a firmar una declaración de buenas intención tras tres días de trabajos de la denominada «jirga de paz» celebrada en Kabul. En la declaración de nueve puntos, ambos mandatarios se comprometieron a seguir adelante con la «guerra contra el terrorismo» y contra el tráfico de drogas, pero no hubo ninguna mención a la responsabiliad de los extranjeros.

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GARA | KABUL

Hamid Karzai y Pervez Musharraf escenificaron ayer en Kabul las limitaciones de un proyecto ideado allá por setiembre de 2006 por la Casa Blanca para tratar de estabilizar la frontera entre ambos países. Desde entonces, sin embargo, la posición de ambos mandatarios no ha dejado de deteriorarse, especialmente en el caso del paquistaní, que ayer se presentó en la capital afgana a regañadientes, después de que el jueves justificara su ausencia por ineludibles «compromisos» -su régimen analizaba la posibilidad de imponer el estado de excepción para hacer frente a la ola de ataques en la zona tribal-.

La denominada «jirga de paz» reunió a 700 dignatarios tribales, religiosos y políticos de ambos países, pero tras tres días de trabajos Karzai y Musharraf hicieron una simple declaración de buenas intenciones, con llamamientos para combatir «conjuntamente el terrorismo» y el tráfico de drogas.

Musharraf hizo votos para que «Dios haga desaparecer la desconfianza de nuestros espíritus y nuestros corazones y permita una atmósfera de unión, igualdad, fraternidad y confianza», entre los dos países, en referencia a las relaciones tumultuosas de los dos estados.

Karzai le respondió que. «Afganistán concederá, sin la menor duda, su confianza a Pakistán, país hermano y amigo».

Los participantes, también «por unanimidad», declararon que los Gobiernos y pueblo de los dos países «no autorizarán santuarios y centros para los terroristas en su país».

Una promesa difícil de cumplir puesto que los dignatarios de las zonas fronterizas paquistaníes específicamente contempladas por esta declaración boicotearon la reunión. Se trata de los representantes de Waziristán septentrional y meridionales donde se replegaron, según Washington y Kabul, los talibanes desde la invasión estadounidense de Afganistán en 2001.

La declaración firmada por los dirigentes, de nueve puntos, pide la supresión del floreciente comercio de drogas y la promoción de proyectos económicos e inversiones en las zonas fronterizas -históricamente olvidadas-. Dos objetivos de complicada plasmación.

Curiosamente, el negocio del opio nunca ha sido tan floreciente como en la actualidad, con cosechas que superan todos los registros conocidos hasta ahora, lo que provoca serias sospechas sobre el papel que juegan las autoridades colocadas por los invasores extranjeros y los propios estadounidenses.

Karzai dijo que «el resultado de la `jirga' es excelente».

Sin embargo, Musharraf y Karzai cancelaron la rueda de prensa que tenían previsto ofrecer tras la clausura de la «jirga de la paz», lo que confirmó, según algunas fuentes, las diferencias entre ambos regímenes y el fracaso de la cumbre.

Continúan los contactos entre los talibán y los surcoreanos

Los talibán reiteraron ayer que liberarán a dos mujeres enfermas del grupo de 21 surcoreanos bajo su poder, mientras continuaron las negociaciones directas entabladas hace tres días entre una delegación de la resistencia afgana y otra de Corea del Sur. Según un mediador, las negociaciones se reanudaron en la ciudad oriental afgana de Ghazni, tras una mañana de desmentidos y versiones contradictorias del portavoz talibán que anoche anunció que las dos mujeres ya habían sido puestas en libertad.

El portavoz, Mohammed Yousif Ahmadi, achacó a un fallo en las comunicaciones con la directiva talibán el «malentendido», que le llevó a anunciar la liberación a la prensa, pero reiteró que la decisión en ese sentido está tomada y que se llevará a cabo.

Por otro lado, cinco ocupantes occidentales y un intérprete afgano murieron ayer a consecuencia de la explosión de artefactos, ataques talibán o accidentes ocurridos en el sur y el este del país, según informaron distintas fuentes oficiales. Londres confirmó la muerte de uno de sus soldados tras ser atacado en Sangin, provincia de Helmand, la base del Primer Batallón del Regimiento Real Inglés. El sábado otro militar del mismo regimiento murió en un ataque similar de la resistencia en la misma zona.

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