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Juan Mari Beldarrain Miembro de Eguzki

Carta para navegar en las aguas revueltas de Mompás

No nos oponemos a que se adecúe el sendero litoral, con actuaciones blandas y mejora de la seguridad en algunos pasos. Lo que decimos es que precisamente es su estado «semisilvestre» lo más atractivo de Ulia

Recientemente se ha hecho público que el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno Vasco rechaza cualquier actuación en la ladera de Mompás. Justifica la decisión en el carácter de protección estricta que el Plan Territorial Sectorial del Litoral otorga a la zona y considera que ni siquiera ha lugar a plantearse la construcción del paseo-pasarela que promueve el gobierno municipal de Donostia. A los miembros de Eguzki no nos cabe sino decir que compartimos esa decisión y alegrarnos de que, al menos esta vez, la ley se haya aplicado con lógica y se haya antepuesto la conservación del medio ambiente a otro tipo de intereses. En realidad, el informe del Gobierno Vasco coincide plenamente con algo obvio que venimos defendiendo desde hace años: urbanizar el litoral de Ulia, con un puerto deportivo, un paseo o lo que sea, difícilmente puede contribuir a la protección -y menos aún «estricta»- de los valores naturales del monte.

Antes de seguir adelante, queremos llamar la atención sobre un argumento falaz del que se sirven los promotores de la pasarela. Según ellos, su construcción es imprescindible -«estratégica», dicen- para «completar» el paseo litoral. Cada cual es muy libre de dar a las palabras el contenido que quiera, pero todo tiene límites. Los donostiarras pueden estar a favor o en contra de la construcción, pero ¿es necesaria para «completar» nada? Obviamente, no. ¿Por qué la urbanización adecuada de la explanada de Sagüés para disfrute público, junto al afianzamiento y, en su caso, tratamiento paisajístico de la ladea de Ulia no «completaría» el paseo? ¿Por qué de repente son «estratégicos para el futuro de la ciudad» 850 metros en el extremo de un paseo que cuenta ya con 7,5 kilómetros? En definitiva, se puede ser más o menos partidario de la pasarela, pero, observado el asunto con cierta frialdad, puede que su construcción sea «estratégica» para «completar» las aspiraciones personales del alcalde, pero «para la ciudad», como se dice, no.

Por cierto, resulta cuando menos chocante que Odón Elorza, un alcalde, diga públicamente que no va a acatar la ley, en este caso el Plan Sectorial del Gobierno Vasco. ¡Vaya un ejemplo! Si cualquier otro dice algo por el estilo se le cae el pelo. De momento va a encargar a una empresa -con fondos públicos, por supuesto- un contrainforme que le dé la razón. En esto de los informes «técnicos» estamos curados de espanto, pero en este caso la cosa está clara: ¿qué valor hemos de conceder a un informe encargado para que diga lo que quiere oír quien lo paga?

En esta película el Ministerio de Medio Ambiente juega un papel secundario, pero de lujo, pues está dispuesto a financiar la construcción de la pasarela con 14 millones de euros. Como mínimo, está haciendo dejación de sus funciones, pues sabe que urbanizar no puede contribuir a proteger el medio de una zona. Es legítimo pensar que su intervención obedece, en realidad, al interés en echar una mano electoral a un alcalde «colega de partido». Porque si el Ministerio dispone de 14 millones para invertir en Donostia, ¿por qué no los destina a proyectos que redunden en la mejora del medio ambiente y verdaderamente «estratégicos»? ¿Por qué no los destina a que la depuradora de Loiola funcione correctamente, trate toda el agua que hay que tratar y no emita olores? La depuradora es de su estricta competencia y, por cierto, su correcto funcionamiento también afectaría positivamente al litoral de Ulia. Si le sobra dinero y desea seguir invirtiendo en el monte, podría adquirir terrenos para el parque o hacer repoblaciones arbóreas, que son precisamente algunas de las actuaciones previstas en el Plan Especial de Ulia.

Antes de acabar, una reflexión, algo así como la carta o la brújula que nosotros empleamos para navegar en todo lo relacionado con el litoral de Ulia y de la que queremos hacer partícipes a los donostiarras. También a aquéllos que, a pesar de todo, piensan que la pasarela es «un buen proyecto», para que comprendan que tras la oposición hay argumentos bien fundamentados y no piquen en esos anzuelos que hablan de «agresión intolerable a la ciudad» y cosas por el estilo. Al grano. No nos cabe duda de que la idea de poder asomarse al mar desde Mompás sin el menor esfuerzo es, sin duda, sugerente. Sin embargo, el valor más importante de Ulia en su conjunto lo constituye el hecho de que, siendo un macizo completamente rodeado de urbe, se mantenga en muy buenas condiciones ecológicas, especialmente en la zona litoral, gracias a que son escasas o inexistentes las obras de urbanización. Es casi un milagro. Así las cosas, el proyecto de paseo hasta Mompás, por mucho que se diga, no contribuye en absoluto a la preservación de los acantilados y sus indiscutibles valores naturales. Que no se nos interprete mal. Nosotros no decimos que lo mejor es que nadie se asome por Ulia para así preservarlo mejor. No nos oponemos a que se adecúe el sendero litoral, con actuaciones blandas y mejora de la seguridad en algunos pasos. Lo que decimos es que precisamente es su estado «semisilvestre» lo más atractivo de Ulia, lo que marca la diferencia con otras zonas del litoral donostiarra ya urbanizado. Y es esa diferencia la que creemos que hay que preservar. Queremos, en definitiva, que el monte siga siendo monte.

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