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«El curso logra que se pueda disfrutar aquí de lo que yo tuve que buscar fuera»

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IÑIGO ALONSO, DIRECTOR ARTÍSTICO DEL CURSO INTERNACIONAL DE MÚSICA DE GASTEIZ

El gasteiztarra Iñigo Alonso ha desarrollado en los últimos años una extensa carrera como clarinetista a lo largo de Europa. Ahora, sin embargo, vuelve con una iniciativa que pretende completar la oferta formativa de la capital alavesa: un curso internacional de música que se estrena este año en la escuela Luis Aramburu, en el que participan alumnos y profesores procedentes de diversos lugares del mundo.

La escuela de música Luis Aramburu acoge desde el pasado 13 de agosto la primera edición del Curso Internacional de Música de Gasteiz. La iniciativa, dirigida por Iñigo Alonso, pretende aportar la experiencia de profesores extranjeros y promover la convivencia entre músicos, estudiantes y docentes de diferentes partes del mundo.

¿Cómo se está desarrollando este I Curso Internacional de Música de Gasteiz?

Personalmente, lo peor, que son los primeros días, con la llegada de profesores y alumnos y con el concierto inaugural, ya lo he pasado. Ahora, ya está todo en marcha; los chavales ya tienen clase individuales, colectivas y de música de cámara.

Dentro de todo el ir y venir de estos días, ¿queda algún rato para disfrutar?

Estoy muy ocupado, porque me estoy haciendo cargo prácticamente de todo, desde programar los conciertos hasta llevar los números. Aún así, creo que lo disfruto; era una cosa que tenía en mente hace varios años. Además, como también he estado metido en la gestión de buscar conciertos para el trío Bernaola y para mí mismo, ya sé cómo funciona. Así que, cansado pero disfrutando de todo el ambiente, la gente y los profesores.

¿Por qué considera usted necesario el tipo de formación que ofrece el curso en Gasteiz?

Llevo 16 años fuera de la ciudad dando clases alrededor de Europa y veía que aquí, en Gasteiz, tenemos una escuela de música, un conservatorio, un festival de jazz, un festival de música antigua... Hay muchas cosas, pero faltaba un curso de música donde se tuviera acceso a algo diferente de lo que es el día a día del curso escolar. El curso también quiere romper esa clase de aburrimiento que les puede producir a los más jóvenes el hecho de seguir unas clases totalmente preparadas. Aquí, de repente, tan sólo tienen que tocar, disfrutar con su instrumento y de lo que hacen.

La mayoría de músicos vascos reconocidos tienen una larga trayectoria en el extranjero, como es su caso. ¿Cursos como éste evitan el éxodo de estudiantes o sigue siendo igual de necesario viajar?

Desde el punto de vista personal, creo que está bien que los chavales salgan a otros países, porque les va a ayudar, además de a crecer musicalmente, a madurar. Aún así, el curso tiene en cuenta que la gente no suele tener poder adquisitivo como para mandar a sus hijos a hacer un cursillo a Suiza, Inglaterra o Alemania.

Dentro del curso, o vinculado a él, existen cinco conciertos. ¿Es importante una doble vertiente dentro de una iniciativa de estas características?

Importantísimo. Tener una especie de pequeño festival de música paralelo hace también que los chavales escuchen a sus propios profesores en conciertos. Y, al final, ellos van a ser partícipes directos del concierto, van a aportar su granito de arena.

¿Considera agosto una época adecuada para llevar a cabo el curso o, de cara al futuro, piensa cambiar las fechas?

Me he encontrado con mucha gente que era muy escéptica sobre las fechas. En realidad, hablando con los profesores, vimos que era el mejor periodo. Primero, porque en el mes de julio hay muchas reuniones de orquestas jóvenes, cosa que haría que una parte de chavales no pudiera venir. Después, hay países como Inglaterra, Alemania o Francia donde, al contrario que aquí, el curso se alarga hasta principios de julio, por lo que hay gente que estaría dando clases en sus propios conservatorios, institutos o escuelas. Por otro lado, también aprovechamos que en Gasteiz no se hace nada después de fiestas y traemos un curso de música y creamos una serie de conciertos alrededor. Así se le da un poco de vidilla a la ciudad y la gente se entera de que hay algo y vienen a los conciertos. El de apertura, por ejemplo, tuvo mejor respuesta de lo que esperaba, ya que vinieron unas 130 personas.

¿Habrá una segunda edición o esperará a los resultados para decidirlo?

Por supuesto que la habrá, ya estoy trabajando en ella. Para que estas cosas funcionen bien, una vez que empieza la primera, tienes que estar pensando en la segunda y empezar a moverla.

¿Qué esperas de un segundo curso? ¿Se ampliará la oferta de instrumentos? ¿Qué qué novedades podría haber?

Lo principal va a ser que vamos a incrementar el numero de especialidades: por ejemplo, viola. Después, vamos a aumentar los conciertos y a traer algún artista de renombre internacional. También estamos pensando en incluir un curso de improvisación, que iría desde la música clásica a la moderna, pasando por el jazz.

Personalmente, ¿qué significa para usted volver a Gasteiz y hacerlo con este proyecto?

Mucha alegría y un sueño hecho realidad. Después de 16 años fuera, venir y poder hacer una cosa como ésta me hace muy feliz, porque es mi ciudad y aportar algo de la experiencia que he conseguido fuera de aquí me parece genial. Además, consigo traer a profesores que han trabajado conmigo. Así, el curso logra que los chavales puedan disfrutar aquí de aquello que yo en un momento de mi vida y hace bastante tiempo tuve que ir a buscar fuera.

¿En qué momento un músico siente que cuenta con suficiente formación y rodaje como para lanzarse a la docencia?

Existe la mentalidad errónea de que cuando acabas tus estudios musicales estás preparado para dar clases. Sin embargo, después de haber estudiado, tienes que pasar un par de años o tres experimentando. La enseñanza musical no es tan sólo enseñar qué es un sol, tienes también que ser capaz de guiar al alumno en cómo comportarse frente al público, qué sensaciones puede tener a la hora de tocar... Es un error terminar tus estudios y ponerte directamente a dar clases. Yo hice eso. Al cabo de dos años me di cuenta. ¿Qué estoy enseñando a estos chavales? ¿Lo que me han enseñado mis profesores sin haber experimentado más? Lo que quería era que los alumnos fueran a más y la única forma de conseguirlo era marchárme en busca de experiencias nuevas y después volver para poder transmitirlas.

Itziar AMESTOY

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