Mucho se ha hablado, se habla y se hablará todavía sobre la utilización de términos bélicos por parte de los medios de comunicación para hacer referencia a diferentes pruebas deportivas. Mucho y mal, con críticas maquiavélicas en más de una ocasión.

Personalmente, no veo que el uso de esos conceptos entrañe ningún peligro para la sociedad. Tampoco que animen a ninguna guerra santa o alguna cruzada del estilo, como quieren hacer creer algunos. Al fin y al cabo no son más que eso: términos, conceptos, palabras...

El pasado domingo, mientras veía por el monitor del televisor la segunda jornada de la Batalla de Zarautz, me percaté del perfecto simil que podía hacerse entre un deporte como el remo y la guerra. En fin, una comparación un tanto excesiva, lo sé, pero ¿qué esperan de un periodista deportivo?

Y es que allí estaban, luchando contra viento y marea, las doce carabelas de la Liga ACT. Casi un centenar de guerreros, frente a frente, en busca de la victoria final. Entre ellos, una docena de capitanes dispuestos a enderezar el rumbo en dirección al ansiado triunfo. Con una única arma: el remo.

La San Nikolas había marcado su territorio en la batalla de la jornada anterior. Todo parecía decidido, aunque todavía restaba por disputarse la última jornada.

Pero la Bou Bizkaia capeó el temporal, recuperó terreno y acabó alzándose con un triunfo que deja a sus oponentes más próximos tocados y ¿hundidos? Y todo gracias al buen hacer de trece valientes guerreros y un gran capitán, que manejó el oleaje a su antojo.

Si todas las guerras fuera tan benévolas como las regatas del mar Cantábrico...