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Jesús Lezaun Sacerdote

Nafarroa irredenta

Nafarroa despertará un día a su propia identidad. Se engañan quienes ponen un empeño tan demencial en hacer de nosotros su razón imperial de estado. La razón de estado fue siempre nuestra, de siglos de independencia como tal

Desde que me sentí abertzale, por navarro, pensé que Nafarroa era un país irredento. Así lo escribí alguna vez. Un extranjero de esos que abundan entre nosotros y vienen a dominarnos me lo recriminó por escrito. Pero ellos nos dan la razón a todas horas. El último papelón que algunos han representado estos últimos tiempos lo atestiguan fehacientemente. Dicen ahora, para justificar su fachenda, que las cosas de aquí hay que verlas siempre como razón de estado. Buena nos espera, por tanto. Nunca será posible plantear el tema de Nafarroa con serenidad y objetivamente. Siempre cabrán aquí, cuando se trate de nuestros asuntos, razones imperiales. Antes eran las derechas y el Ejército. Lo eran así por su propia naturaleza. Ahora son también los socialistas, sobre todo desde que Felipe González los vació de toda ideología y los precipitó por el derrumbadero del poder y de la corrupción. Desde entonces ellos son también españoles como los primeros y por tanto imperialistas de postín. Porque España es un imperio decadente, pero con unos resabios de imperialismo de aquí te espero. Porque eso fue desde sus inicios, e inmediatamente conquistó un imperio donde no sólo no se ponía nunca el sol, sino donde desarrollaron la más despiadada expoliación y el derramamiento de sangre a ríos. En los cincuenta primeros años de su conquista, los indígenas de América descendieron de setenta millones a tres. La espada y la cruz, ¡oh, horror y tragedia!, hicieron su terrible tarea.

En Nafarroa, casi al mismo tiempo, contamos en la cruel conquista los muertos por millares, y la más despiadada expoliación fue nuestro destino inexorable. El Reino vascón reducido a pavesas. Los castillos derruidos, entre ellos el de Xabier. Los muertos en la última batalla de Noain se cuentan por miles. Nunca se les ha tributado aquí un homenaje oficial debido. Como no se ha hecho tampoco con los más de tres mil ejecutados en las cunetas y en los paredones de los cementerios en su última cruzada. Aquí siempre imperó el silencio más sonoro y cruel por los muertos por la patria. Nafarroa pisoteada e irredenta.

La familia de los Jaso, paladín junto al rey, de este gobierno vascón, es el ejemplo acabado de esa expoliación. La familia gobernada por la que se firmaba la triste María, madre de San Francisco Xabier, rapiñada de todos sus haberes, el padre murió muy pronto de tristeza y nostalgia al ver el desastre, sus hermanos condenados a muerte teniendo que jurar para poder subsistir, obediencia al emperador, Xabier, que no pudo volver a su tierra sino de paso por Loyola, en el infinito Oriente misionero, muriendo en Sancián, llamado portugués porque navarro ya no lo era, porque Nafarroa ya no existía. La Nafarroa irredenta que pierde su identidad y sus mejores hombres. Es imposible olvidar todo eso.

Fácil es explicarse porque un navarro bien nacido no se denomina nunca español a secas, sino navarro sin más y, por eso mismo, vascón. El Reino vascón conquistado y destruido por Castilla a sangre y fuego. Y en eso estamos todavía.

Y esto es lo que le duele a todo español, que Nafarroa no se rinde. Nafarroa es regalada al imperio como acabamos de verlo. ¿Que Nafarroa será lo que ella quiera? Eso es una mentira soez, una infamia, una patraña de cobardes, como acabamos de verlo estos días con toda claridad. Nafarroa no se vende se regala. Siempre hay aquí suficientes condes de Lerín que colaboran con el imperio para erradicar nuestro glorioso Reino vascón. Somos irredentos por pura necesidad para seguir existiendo como navarros. Luchamos y lucharemos con todas nuestras fuerzas para conseguir ser otra vez lo que fuimos durante tantos siglos, hombres soberanos, dueños de nosotros mismos, en el noble Reino vascón, que el imperio sofocó a sangre y fuego y ahora sofoca por todos los medios. Siempre nos ha hecho añicos. Irredentos, pero con unas ansias nobles e irresistibles de recuperar lo que fuimos, y a mucha honra. Nafarroa despertará un día a su propia identidad. La razón de estado fue siempre nuestra. Se engañan torpemente los que ponen un empeño tan demencial en hacer de nosotros su razón imperial de estado. Repito que la razón de estado es nuestra, de siglos de independencia como tal. Viva Nafarroa inmortal. Nafarroa siempre para adelante, beti aurrera. Los navarros llevamos en nosotros mismos, todos, un rey. A mí, navarro hasta las cachas, me resulta vergonzante el sentirme español. Significaría tanto como ser de los traidores, del Conde de Lerín.

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