Mikel Korta y Tersa Toda portavoces de los imputados en el macrosumario 18/98
Desde Gernika
Cuando nos encontramos a la espera de que la Audiencia Nacional española emita sentencia en relación al macrosumario 18/98, y a las puertas de que se nos imponga el macrojuicio contra el Movimiento pro-Amnistía, hemos considerado dirigirnos a la sociedad vasca para retomar el camino iniciado con la encerrona realizada en Gernika el pasado mes de junio.
Con la iniciativa de Gernika buscábamos iniciar una reflexión conjunta con todos aquellos agentes políticos, sindicales, populares e institucionales que durante el larguísimo juicio nos manifestaron su solidaridad y compromiso con la defensa de los derechos civiles y políticos en Euskal Herria. El objetivo era buscar las fórmulas para pasar de la solidaridad a la unidad de acción efectiva para buscar un marco de democracia real que desterrase definitivamente la posibilidad de que cualquier persona u organización se pudiese ver afectada por circunstancias similares.
Desde entonces varias han sido las voces que han señalado la necesidad de un mayor protagonismo social en la búsqueda de ese objetivo de democracia basado en el respeto de todos los derechos que como personas y como pueblo nos corresponden. Es desde esa clave desde la que realizamos este llamamiento para el trabajo en común.
Desde la experiencia que nos han impuesto vivir cinco son los elementos que nos hacen creer que las bases para comenzar están creadas:
1.- La dimensión de la solidaridad recibida. Una solidaridad que se ha manifestado tanto en el aspecto humano y material como en el político. Ella es la que nos ha ayudado a mantenernos y sentirnos arropados y arropadas en esos mismos tres aspectos.
A lo largo de este tiempo hemos recibido firmas solidarias que han ido desde asociaciones de barrio hasta el Parlamento de la CAV. Todos los partidos políticos excepto el PSOE y PP, la práctica totalidad de los sindicatos, el movimiento popular en pleno... Sin embargo, esa marea ha sido incapaz de frenar la ofensiva represiva que los gobiernos del PP primero y del PSOE después pusieron en marcha a través de ese Tribunal especial y político llamado Audiencia Nacional española.
La pregunta es evidente: ¿qué valor, qué peso específico real tiene la voz de Euskal Herria, la de sus partidos, sindicatos, organizaciones populares e institucionales? La respuesta es igualmente evidente: necesitamos dotarnos de un marco capaz de lograr que la palabra de Euskal Herria sea respetada.
2.- Los derechos no tienen nombres y apellidos. La agresión disfrazada con toga va mucho más allá de las personas y organizaciones víctimas en cada momento. Debemos saber entender que son los derechos de todas las personas, de todo un pueblo, los que están siendo juzgados y condenados. Lo relevante no es que se trate de Juan José Ibarretxe o de Arnaldo Otegi, del PNV, EA o Batasuna. La solidaridad no debe de ser por tanto entendida como un gesto hacia ésta o aquélla persona, ésta o aquélla organización, sino como un ejercicio de autodefensa colectivo cuyo norte es que todos los derechos sean respetados para todas las personas en toda Euskal Herria.
3.- La agresión es contra Euskal Herria. Un pequeño repaso de las organizaciones agredidas en la dinámica de macrosumarios evidencia lo que decimos. Ekin, Joxemi Zumalabe Fundazioa han sido elegidas para tratar de cortar la capacidad de autoorganización popular. Euskaldunon Egunkaria, AEK... para acabar con nuestro idioma. «Egin», Egin Irratia y «Ardi Beltza» para manipular la opinión mediante el control de la información. Xaki para impedir que se muestre al mundo la falsedad de la fotografía que enseñan los Estados español y francés. Jarrai, Haika, Segi para acabar con la cadena que generación tras generación lucha por los derechos de Euskal Herria. Batasuna para cortar la opción independentista. Udalbiltza para cortar el avance en la construcción nacional y el fortalecimiento de Euskal Herria como sujeto político. El Movimiento pro-Amnistía para cerrar el círculo de la impunidad en el ejercicio de la represión. En definitiva, estas agresiones quieren hacer imposible un futuro libre y soberano para el conjunto de Euskal Herria.
4.- Hablamos de democracia. Un tercer elemento en el que hemos venido insistiendo es el que daba título y orientación al manifiesto que elaboramos para la encerrona en Gernika: «Hablamos de democracia». Y es que lo que se está juzgando y condenando en la Audiencia Nacional española es el derecho a la libertad de pensamiento, expresión, organización, información, manifestación... y ello en el camino de negarnos el derecho a decidir como pueblo. Es decir, los principios básicos de la democracia.
5.- La actual coyuntura política. Observamos con preocupación el mensaje catastrofista que el Gobierno del PSOE, el PP y destacados dirigentes del PNV están lanzando a la sociedad tras el atentado de la T-4 en Madrid y con más fuerza desde el anuncio por parte de ETA del cese del alto el fuego.
La idea que se quiere trasladar es que nos encontramos en una macabra espiral que no tiene salida. PSOE, PP y dirigentes del PNV dibujan un panorama en el que colocan dos ideas enfrentadas como motor de esa espiral: «Con lucha armada es imposible avanzar hacia una solución democrática», por un lado, y «sin una solución democrática la lucha armada no desaparecerá», por otro.
Se nos pretende presentar la situación como el fruto de una contradicción insalvable y, lo que es peor, se pretende imponer en la sociedad un sentimiento de impotencia, que lleve a la pasividad y la desmovilización, dejando como única opción la de la represión o, lo que es lo mismo, la de la prolongación y enquistamiento del dolor y el sufrimiento para todas y todos.
Queremos decir a la sociedad vasca que desde nuestro punto de vista el dibujo y la espiral que nos plantean son falsos y, lo que es más importante, que hay por dónde avanzar y va a ser la sociedad la protagonista de ese avance.
En todo este tiempo la gran mayoría social, sindical, política e institucional vasca se ha manifestado diciendo que los derechos son universales, que la dinámica de macrosumarios es una agresión flagrante a los derechos más básicos en democracia y a la democracia en sí, que la Audiencia Nacional española, la Ley de Partidos, la legislación antiterrorista son igualmente ataques a la esencia misma de la democracia. Instituciones que van desde los ayuntamientos hasta el Parlamento de Gasteiz, pasando por juntas generales, se han manifestado en el mismo sentido. La realidad cotidiana nos demuestra que esa vulneración de derechos civiles y políticos es el instrumento que tiene como objetivo negar la posibilidad de que la sociedad vasca pueda decidir y construir su futuro en libertad, sin presiones ni ingerencias externas.
Siendo esto así, nadie puede negar que tenemos bases más que suficientes para avanzar hacia lo que sin duda va a traer la paz a Euskal Herria: el logro de la democracia, la posibilidad de vivir desde la igualdad y el respeto en un marco en el que todos los proyectos políticos sean no sólo reivindicables, sino realmente realizables sin ingerencias ni presiones externas.
Contamos, pues, con las bases, pero también contamos con la fuerza necesaria para conseguirlo. Lo único que nos falta es la voluntad y la determinación para andar el camino que nos lleve a lograr que, por encima de intereses partidistas, electoralistas, de hegemonía política, económica, etc., se demuestre coherencia con los posicionamientos políticos e institucionales, las firmas de manifiestos, etc. Tenemos que lograr que esos posicionamientos pasen de la retórica a convertirse en hechos políticos con consecuencias claras en el día a día de la vida política y social vascas.
Si estamos de acuerdo en todo ello ¿qué es lo que impide la unidad en defensa de la democracia para Euskal Herria cuando todo el mundo es consciente de que alcanzarla significaría la superación definitiva del conflicto? ¿Por qué se nos quiere encerrar en falsas espirales sin salida que sólo dejan abiertas las puertas al mantenimiento del conflicto y la negación más evidente de la democracia y los derechos que conlleva?
Nos negamos a permanecer pasivamente a la espera de que una vez más alguien nos diga que ha habido encuentros, contactos, diálogos, negociaciones, proceso. Queremos convertirnos activamente en protagonistas en el impulso de una dinámica que obligue a políticos y gobiernos a activar los mecanismos que hagan posible que la democracia llegue a Euskal Herria.