CRÓNICA | El circo mundial cumplió con la tradición
Píldoras de humor, magia y equilibrismo para los más pequeños del hospital basurto
La sonrisa de un niño. o la cara de asombro. es la terapia que ayer recetó el gran circo mundial en su habitual visita al hospital de basurto, para acercar su espectáculo a los más pequeños que por razones médicas no pueden sacar su entrada.
Joseba VIVANCO
Si los impedidos no van al circo, el circo va a ellos. En este caso, al hospital, el de Basurto. Poco antes del mediodía, la música interrumpe la tranquilidad reinante entre los pabellones del centro hospitalario. En una de sus zonas ajardinadas, varios operarios se afanan para que todo este listo para recibir a los integrantes de la carpa circense del parque de Etxebarria. Varios empleados atornillan a unas planchas de madera un par de de docenas de asientos desatornillados poco antes de alguna sala de espera. La hierba está mojada y no es cuestión de que el público se moje los pies.
Al lugar comienzan a llegar algunas familias, con los más pequeños tirando con fuerza de las manos de sus mayores. A mediodía, está previsto uno de los actos tradicionales de Aste Nagusia, la visita que el Circo Mundial rinde a los niños y niñas ingresados en el Hospital de Basurto. Es curioso, pero cuando llega la hora, sólo la primera fila de sillas es ocupada por pacientes del área infantil; el resto de sillas y espectadores vienen de fuera del recinto sanitario, atraídos por la oportunidad de disfrutar en directo con una muestra de arte circense.
Azkuna y el mal tiempo
Con la hora, también arriba al lugar el alcalde, Iñaki Azkuna, que estrecha la mano de algún pequeño y no tiene reparo en calarse, aunque apenas unos segundos, el gorro naranja que una operadora de telefonía ha repartido en los instantes previos. Los periodistas le reclaman un primer balance de las fiestas, llegadas como están a su ecuador. Y, cómo no, toca hablar del tiempo. «La lluvia nos ha deslucido la fiesta. Ha fastidiado a los hosteleros, a los ciudadanos, al alcalde... a todos nos ha fastidiado. Pero también hay que hacer un cómputo de los últimos diez años y no se ha portado mal con nosotros, en general. Pero esta vez nos ha hecho la puñeta». El primer edil confió en que «los meteorólogos se equivoquen» para hoy y mañana, una vez que que las rogativas a la amatxu de Begoña, como él dijo, no han surtido efecto. A eso se llama creer en la ciencia.
Pero no sólo Azkuna acaparó las miradas de muchos presentes, que no de los más pequeños. También estuvieron cumpliendo con el cargo en Basurto la chupinera, Larraitz Cisneros, y el pregonero, Kepa Junkera, esta vez sí, ataviado con el característico traje amarillo chillón. «¿Cómo se llama aquel chiquillo de allí?», pregunta una despistada y veterana doctora señalando con el dedo al músico. «Sí, el que toca la acordeón». Y a quien responde sólo le sale el nombre de «Kepa», justo hasta que el apellido «Junkera» se le cae de la punta de la lengua.
Mientras cada cual busca el mejor sitio para seguir la función, los integrantes del circo ya se han ido situando detrás del escenario. Allí, los dos payasos apuran un último cigarrillo al más puro estilo de Crusty, el de los Simpson. Sin dilación, y tras una exhibición de break dance, el jefe de pista del Gran Circo Muncial se gana a los pequeños con un «¿Os gustan los payasos?», que es respondido al unísono con un largo «siiiií...». Y es que aquí no caben las respuestas negativas.
Lalo y Carletto hacen su aparición sobre la húmeda hierba, para entonar algunas conocidas músicas, chocar la mano a algún niño y tener sus más y sus menos con el presentador, con unos gags que consiguen arrancar algunas sonrisas al público más jovencito.
¿Dónde está el truco?
Después, el espectáculo que abre la boca no sólo de los más pequeños, sino de los mayores también: la magia. A ritmo de la banda sonora de las películas de James Bond, una pareja escenifican el truco de la caja de tres partes en la que una frágil chica se mete y luego, nada por aquí, nada por allá, por dentro no corre más que al aire. Mientras los niños miran asombrados y se preguntan dónde habrá ido a parar la joven, los mayores, perdida la inocencia, escudriñamos el espectáculo para descubrir el truco. Pero ni a apenas unos metros de la ceremonia somos capaces de dar con el truco. Ni rastro de la chica, hasta que la caja vuelve a su sitio.
Después de unas acrobacias, vuelve a la carga esta vez el payaso Carletto, que prepara con ayuda de unos cuantos `involuntarios' del público -a pesar de que, como el resto, agacharon la cabeza o miraron hacia otro lado- un particular combate de boxeo, en el que los contendientes terminan abrazados.
Algunas acrobacias y el espectáculo toca a su fin. «Ahora, cerrad los ojos y pensad que estamos dentro del circo», pide el maestro de ceremonias, para dar paso al desfile de un buen número de artistas, que saludan, interpretan algunas coreografías, reclaman el aplauso del público y es que como corea la canción que se oye en cada pase del circo allá en Etxebarria, «el circo es la razón de nuestra vida, un modo diferente de vivir», en el que el aplauso es el premio.
Esos mismos aplausos ponen punto y final al espectáculo. Antes, el propio presentador se dirije a aquellos pequeños ingresados en el hospital para invitarles a que con «estas pinceladas de medicina y terapia, el año que viene ninguno de vosotros estéis ya aquí y podáis venir a vernos al parque Etxebarria».
Al tiempo que los artistas circenses se retiran -por cierto, Azkuna lo había hecho ya hacía mucho tiempo-, miembros de la comparsa Pinpilinpauxa proceden a repartir -abstenerse padres y madres, tienen que insistir- entre todos los niños y niñas numerosos regalos, ayudados por una siempre dispuesta chupinera. El telón se ha echado también para el numeroso personal sanitario que se ha tomado un descanso.
Ayer fueron los niños y niñas del hospital Basurto, hoy les toca el turno a los mayores de las residencias municipales, que acudirán, esta vez sí, a la carpa instalada en el recinto ferial, también a mediodía. Seguro que para ellos también hay unas cuantas píldoras de esta medicina que es al Gran Circo Mundial.