«Nos dio mucho miedo, el techo voló y empezamos a mojarnos y a gritar»
«Vimos cómo se abrieron algunos techos; tronaban los árboles y caían sobre algunas casas», relatan los habitantes del ejido Cafetal Limones, en Quintana Roo, el paso del huracán Dean. «Nos dio mucho miedo, el techo voló y empezamos a mojarnos y gritar», narró un niñó.
V. BALLINAS «La Jornada» |
Othon P. Blanco, Quintana Roo. El huracán Dean afectó al 85% de las viviendas de la zona rural de este municipio y los de Felipe Carrillo Puerto y Chetumal; la mayoría eran viviendas en mal estado. Tanto en la unidad habitacional de Infonavit-Majahual como en el pueblo y el puerto del mismo nombre, donde ingresó el meteoro, parece que hubo un bombardeo.
En el ejido Cafetal Limones, comunidad de este municipio, centenares de viviendas fueron afectadas. Decenas de pobladores denuncian que «nadie nos hace caso. Todos vienen a ver el domo deportivo que fue devastado; hace ocho meses lo inauguraron y costó un millón y medio de pesos, tenía canchas de futbol, basquetbol, voleibol, y hoy se encuentra en el piso».
Rosa Robles Pacheco, María Antonia Bacub, Ana María Chan, María de Jesús Ku Iex, Elena Díaz, Albina Tun, Celia Ayala Chan, Guadalupe Ixch Ka, Mariano Dzul, entre otros, denuncian: «Miren, vengan, acompáñennos -dicen al reportero y al fotógrafo de ``La Jornada''-; los medios no nos hacen caso, las autoridades municipales se olvidan de nosotros; vean, nuestras casas, se quedaron sin techo, ya no tenemos casa, miren, ahí está la ropa mojada, los refrigeradores». Las mujeres y hombres de esta zona ejidal se encuentran molestos e indignados. «No tenemos nada que comer, no hay despensas, las tiendas están cerradas y no tienen víveres, el agua y la luz nos hacen mucha falta, necesitamos ayuda, aunque sea que nos den láminas», piden algunas campesinas.
De inmediato se juntan aproximadamente treinta mujeres y hombres; a la cabeza va un anciano que se apoya en su silla de ruedas, él quiere que la prensa dé cuenta del estado en que quedó su morada: los restos de su choza yacen en el piso y sus pertenencias y ropa quedaron inservibles.
Se llama Dionisio Balam, tiene 84 años. «A ver si ahora sí me hacen caso, ojalá me ayuden, porque no nos quedó nada». Como ese anciano, decenas de mujeres manifiestan su indignación. «Vayan a todas las casas, tomen fotos de todas, sólo vienen las autoridades cuando quieren el apoyo y después se olvidan de nosotros. Necesitamos comida».
Ahí, Araceli López, madre de Anayeli, quien la víspera del huracán tuvo una bebé, denuncia: «Necesito ayuda, mi hija está enferma, mi nieta tiene temperatura, no tenemos médico ni ambulancia. ¡Dios mío, qué voy a hacer!, necesitamos ayuda».
Las mujeres recuerdan que «vimos cómo se abrieron algunos techos, otros se cayeron, tronaban los árboles y caían sobre algunas chozas». «Nos dio mucho miedo, se oyó un tronido y el techo se voló, empezamos a mojarnos y a gritar», narró un niño.
«Que rindan cuentas»
Cuando caminaban por una calle para mostrar las ruinas en que quedaron sus hogares apareció un camión del Ejército y, de inmediato, los militares alzaron sus armas como queriendo intimidar a quienes protestaban. «Ya el huracán nos dejó sin casas, ahora éstos nos sacan las armas, nos quieren rematar».
Todas las mujeres que se quedaron sin casa, y también los hombres, pedían que se les acompañara para que se tomaran fotos de sus casas, «a ver si viéndolas nos ayudan. Hay muchos enfermos, tenemos hambre, no hay agua y las autoridades quién sabe dónde están, vamos a tener que cerrar la calles, los queremos aquí, que rindan cuentas».
Petróleos Mexicanos (Pemex) ha suspendido la producción de unos 5,3 millones de barriles de crudo en dos días, informó ayer la empresa. El huracán Dean, que ha causado ya al menos trece muertes, se fortalecía y tocó tierra al sur de Tuxpan (Veracruz), en el norte de México, con categoría con vientos máximos de 160 kilómetros por hora. Los mayores daños ocasionados por Dean sobre Pemex están en la Sonda de Campeche, en el Golfo de México, donde se han cerrado 407 pozos petroleros y se han evacuado a cerca de 19.000 trabajadores. De las instalaciones de ese área sale aproximadamente el 75% del crudo que se produce en el país.