GARA > Idatzia > Kolaborazioak

Iñaki URDANIBIA Crítico literario

Todos queremos tanto a J. J.

¿Alguien podría hallar para su hija un mejor candidato a marido, alejado de veleidades pueriles, que puedan poner en coloca la estabilidad de los negocios, de las empresas, de los dineros...?

Acabo de leer la prensa y, como en los últimos tiempos, un día sí y otro también Josu Jon en el candelero. Unos para enseñarle los dientecillos, la mayoría para mostrarle su absoluto apoyo ante sus conciliadoras posturas para con algunos, y lo que ello supone para quienes apoyan a este maestro del más sentido común. Dejémonos de gaitas, vivimos en este mundo y zarandajas aparte: la pela es la pela, y más pela se puede obtener donde hay más centro de poder (político, económico, etc.), y por esta senda la propia imagen del vituperado por algunos insensatos (hasta por algunos socios de su partido en el gobernillo local) -menos mal que Iñigo le echa un capote al pobre, en el que muestra que quien manda manda y el que no obedece que se ande con tiento, que ya está bien-; insensatos, decía, que lo ven como sensato en exceso, como muy dispuesto a renunciar a casi todo (a todo no, a las grandes obras e infraestructuras no... que para eso somos modernos y ya hemos entrado en el siglo veintiuno). Y es que, ya lo dice el entristecido y frustrado socialista que esperaba haber sido diputado de Gipuzkoa, los socios de los gobernantes peneuvistas -que son minoritario; a otros no les dejan ni serlo, dicho sea de paso- no piensan más que en alcanzar cotas de poder, y no como ellos, que nunca han pensado en tal cosa, y es que está claro que lo de ellos siempre ha sido puro desinterés y servicio al pueblo con absoluta entrega, y reitero que siempre ha estado claro -como agua de cochiquera- que ni en los tiempos de los gobiernos compartidos con el PNV, ni en otros asuntos absolutamente desinteresados elaborados en las cloacas estatales, financieras y otras (pero ¡por dios, don Indalecio Prieto y Pablo Iglesias nos pillen confesados!), nunca, nunca, nunca les ha guiado ningún interés ni económico, ni de poder, ellos son como las monjitas de la caridad, por ejemplo. Precisamente un compañero suyo de pesebre (perdón, de partido, en qué estaría pensando... como ambas palabras empiezan por p...) alaba a la vez que el otro critica -¿será la clásica distribución de papeles, como lo del bueno y el malo en comisaría o como en la lucha libre?- a quienes abroncan a los socios por maximalistas (por alentar al lehendakari -pobre, tan normalito y sensato él también- a aventuras autodeterministas a la vez que con sus intempestivas declaraciones interfieren en los siempre sensatos y sosegados debates de batzoki), ya que muestran un sentido común, una sensatez de los que tan falto está este país (¿el cuál?) de sus amores.

Pero volviendo a nuestro hombre -de una pieza-, que tanta polvareda levanta a su marcial paso, vamos a ser serios. ¿Quién más en sintonía con este mundo en el que vivimos (unos mejor que otros) que este caballero de dicción clara y neta, de énfasis destacado en sus valientes aseveraciones, de vestir adecuado para las gentes que se dedican a lo que se dedican, vamos, para gentes de su condición, I+D sin dejar de añadir la Q, hombre serio que se deja de chiquilladas que a ninguna parte conducen y con los pies en el suelo (alfombrado, eso sí, para no pringarse de la cantidad de cemento que le echan al país... ¡y lo que te rondaré morena!)? ¿Alguien podría hallar para su hija un mejor candidato a marido (de «un hombre de verdad» hablaba Alaska), alejado de veleidades pueriles, que puedan poner en coloca la estabilidad de los negocios, de las empresas, de los dineros...? Que al fin y al cabo es lo que da de comer, y no esas chorreces de las que se hablaba -todavía hoy se empecinan en ello algunos seres anclados en el pasado- en los años de antifranquismo, como autodeterminación, por no mentar aquellas otras reivindicaciones que acompañaban a la anterior en los programas del tardofranquismo (me refiero a cuando el caudillo ya andaba tarde para seguir viviendo ni tan siquiera con el inestimable y siempre santo apoyo del brazo -incorrupto él, claro- de la santa de Avila), consignas como «disolución de los cuerpos represivos» o «referéndum para decidir entre monarquía y república» (menos mal que nos queda el nunca bien ponderado Anasagasti, que cómo se las gasta en su blog). ¿O qué, acaso es preferible optar por algún desarrapado, mal vestido, cutre y mal encarado que no tiene dónde caerse muerto más que en el lecho de sus imposibles ensoñaciones?

Pues eso, que me he cabreado, porque ya está bien de hacer ruido y no dejarme leer tranquilo disfrutando de las vacaciones. Y es que realmente debe de ser fruto del fin de los días de reposo que se avecina, y quizá ello a uno le altera la sangre, el corazón y el coco, ya que, por otra parte, si ahora montan tanta bulla, qué no será cuando empiece el curso... Se me agolpan los interrogantes acerca del porqué de este intempestivo escrito que me hace encontrarme parafraseando a los chicos (no tan chicos) de «Burning» cuando cantaban «qué hace un chico como tú en un lugar como éste (y añado, además con estos pelos)». ¿Será que al hacerme mayor me estoy haciendo más gruñón, más cascarrabias...? No sé, no sé... esta tarde se lo pregunto al psicoanalista.

Sea como sea, dejadme en paz. Pero sobre todo -y eso sí que es importante- ¡dejad en paz a Josu Jon, que no hace más que ir por la senda de la historia victoriosa! ¡Por la siempre difícil y estrecha senda de los vencedores!

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo