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Localizaciones de cine (II): Cinecittá

Iratxe FRESNEDA

Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual

Las impresionantes imágenes de las llamas de treinta metros de altura arrasando Cinecittá acapararon la atención de los medios de todo el mundo. Curiosamente los estudios los fundó Mussolini en 1938, y no precisamente para regocijo del pueblo. El Duce, consciente de la importancia del cine como medio propagandístico, se decidió por copiar «lo mejor» de la Alemania nazi. Ese mismo año se rodaron allí 19 películas e Italia, con el tiempo, nos regaló a artistas como Roberto Rossellini, Sofía Loren, Vittorio de Sica, Marcello Mastroianni, Federico Fellini, Pier Paolo Pasolini o Bernardo Bertolucci. Bombardeada en 1943, tras la crisis de la II Guerra Mundial, los años 50 fueron su época dorada. Allí se gestaron clásicos como «Quo Vadis» o «Ben Hur» y ése fue el momento de su mayor rendimiento. Conocida como el «Hollywood sul Tevere» (Hollywood sobre el río Tíber), la inversión estadounidense fue uno de los principales pilares de subsistencia de los estudios, que más adelante acogerían los rodajes de numerosos «spaghetti westerns». En los 70, con la popularización de la televisión, la ciudad artística se ocupó de la producción de series. Recuerdo que hace no tantos años y presagiando el futuro algo decadente de los estudios Terry Gilliam trató de llevar allí a buen puerto el accidentado «El barón de Munchausen». Privatizada en los 90 y equipada con tecnología de vanguardia, en la actualidad, básicamente es la televisión -series como «Roma»- lo que mantiene con vida a Cinecittà. En nuestros días la industria del cine en Italia resulta poco rentable y, como el resto de las cinematografías del mundo, endeble a la hora de defenderse de los gigantes de Hollywood. Cinecittá ardía física y metafóricamente ante la presión de los nuevos tiempos en los que la producción de filmes decrece sin freno. En Italia unas 3.500 personas trabajan a tiempo completo en cine y televisión, mientras que el número de filmes creados en la península disminuye año tras año. El público, a su vez, consume películas estadounidenses dobladas al italiano en lugar del cine producido en su país. Al parecer, uno de los caminos que ha escogido la industria italiana para subsistir ha sido el de la coproducción. Bollywood es un buen aliado en esta nueva estrategia. Si en sus orígenes el régimen fascista intentaba competir con los estudios de Hollywood, ahora Cinecittá trata de sobrevivir dignamente, que no es poco.

 

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