¿Deberían estar reñidos el turismo y la calidad de vida? No necesariamente. El turismo puede repercutir de manera positiva y firme a la calidad de vida de los habitantes de una población receptora de la misma manera que la buena calidad de vida integral de cualquier pueblo actúa como un verdadero imán turístico. Sin embargo, cuando esta calidad de vida pasa a segundo plano, totalmente supeditada a los intereses turísticos, la relación se desvirtúa. Es lo que desgraciadamente está ocurriendo en Mutriku.

El pueblo está «muerto», afirman los defensores del descomunal Plan especial del Nuevo Puerto exterior. Sinceramente, no alcanzo a entender qué tipo de supuesta «vida» nos pueden proporcionar un montón de piedras y hormigón que, además de haber eliminado nuestro horizonte abierto para siempre, vienen costando a todos la friolera de 4.000 millones de las antiguas pesetas. Por no hablar de los innumerables perjuicios ocasionados a los mutrikuarras y visitantes. Un año más tenemos que tragar soportar sus obras con estoicidad desorbitante. Lo peor de todo es que realmente no sabemos para qué. Se pretende arreglar en presente de un pueblo con una visión y unas herramientas del siglo pasado que arruinarán irreversiblemente su futuro.

¿Cuál es la «vida» que proporciona la apuesta casi exclusiva por el turismo náutico-deportivo y residencial, con su letal vertiente urbanística? Recordemos que nos vienen encima 800 nuevas casas que no responden a las necesidades de la población. ¿Acaso nos podemos plantear un estudio objetivo (no uno más de los financiados por la Dirección de Puertos del Gobierno vasco) en relación a las repercusiones socioeconómicas reales sobre la población de Mutriku y sus ciudadanos del proyecto de Nuevo Puerto con el que aún no saben a que será destinado? Existen multitud de alternativas que, con actuaciones y medios mucho más modestos, aprovechándose de las auténticas fortalezas del pueblo, pueden revitalizar múltiples segmentos de la población sin tener que sacrificar nada. Ahí tenemos el centro de interpretación paleontológica Nautilus.

Cuando Mutriku termine de perder todos los atributos que engalanan su idiosincrasia y lo ensalzan como lo que es, entonces sí habrá llegado su verdadera «muerte». Desgraciadamente, estamos en ese camino.