Una visita corta y sin perspectivas
La visita del presidente francés, Nicolas Sarkozy, a Euskal Herria no aportó ningún mensaje añadido más allá de la reiteración del compromiso del presidente en la «lucha contra todos los terrorismos». Aunque esa utilización repetitiva y en plural sólo pueda ser interpretada como una amenaza extensible, con toda seguridad, a cuantos colectivos se oponen a la política que aplica París. Prueba de ello, la violenta actitud exhibida ayer por la Policía con los abertzales y con los colectivos que piden una moratoria de los transgénicos. Estos últimos lograron acercarse al puerto de Donibane Lohizune-Ziburu y allí, curiosamente, el presidente que afirma tener tanto respeto hacia los «ciudadanos honestos, que se levantan temprano para trabajar», no se molestó en conocer las implicaciones, entre otros, para los agricultores vascos, de la introducción de las semillas transgénicas. La vocación de proximidad del actual inquilino del Elíseo desaparece cuando las personas que se acercan no le sirven para proyectar una imagen de líder adorado. En todo caso, queda claro que Sarkozy no tenía interés en tomar contacto con Euskal Herria, sino más bien de reunirse con los suyos y hacerse alguna que otra fotografía fugaz en un país que, sin embargo, reclama ser respetado y reconocido. Pese al fuerte despliegue policial, esa exigencia se hizo oír en las calles.