Una enorme explosión sacudió en la madrugada de ayer los cimientos del cuartel de la Guardia Civil en Durango. Una furgoneta, cargada con entre 80 y 100 kilos de explosivos, según valoró después el director general de la Guardia Civil y la Policía española, Joan Mesquida, estalló causando numerosos daños materiales en el inmueble del instituto militar español y destrozando una decena de vehículos. En concreto, de las 30 viviendas del cuartel 16 resultaron muy dañadas o inhabilitadas, y los restos de los vehículos policiales fueron desplazados incluso hasta 150 metros del lugar.

Asimismo, dos guardias civiles resultaron heridos y fueron trasladados al hospital de Galdakao, aunque horas después fueron dados de alta y regresaron al acuartelamiento, donde pudieron departir con el delegado del Gobierno español en la CAV, Paulino Luesma. Al parecer, uno de los agentes presentaba cortes e impactos de cuerpos extraños en espalda, cuello y muslos, mientras que el otro guardia civil sufrió cortes en la mano derecha y estaba mareado a causa de la explosión.

La onda expansiva afectó también a las fachadas y ventanas de los edificios situados en la calle Urkiaga-Torre de la localidad vizcaina, situadas en las inmediaciones de la casa cuartel, y el Ayuntamiento ha abierto una oficina de atención al ciudadano en los locales del Servicio de Atención a la Ciudadanía (SAC).

Las fuerzas policiales españolas están tratando de determinar el tipo de explosivo utilizado, aunque algunas fuentes hablaron ayer de amonal, y el mecanismo utilizado para accionar la carga.

Tras el anuncio de la ruptura del alto el fuego permanente por parte de ETA, el pasado 5 de junio, y después de que el 25 de julio dos artefactos hicieran explosión al paso del Tour de Francia por Euskal Herria, el de Durango ha sido el primer atentado realizado por la organización armada, y las reacciones y condenas por parte de instituciones y portavoces políticos no se hicieron esperar.

Varias personas

La explosión de la furgoneta bomba, una Citroën C-15 se produjo en torno a las 3.30 horas en la parte trasera del cuartel, un parking en el que sólo se permite aparcar a vehículos de la Guardia Civil. Según detalló el propio Mesquida, la acción fue llevada a cabo por varias personas, que habrían llegado al edificio militar en la propia furgoneta y en otro coche.

Varias agencias, citando fuentes policiales, señalaron que el conductor de la furgoneta era una persona encapuchada, que la habría aparcado marcha atrás para que la onda expansiva afectara directamente al cuartel, y que después habría subido al otro turismo, para salir del lugar. Poco después se produjo el estallido de la furgoneta.

Un guardia civil, encargado de controlar los monitores que recogen el perímetro de la casa-cuartel, presenció lo que sucedía y habría intentado activar un inhibidor de frecuencias para evitar la explosión, aunque su intento resultó baldío.

Una hora después de la explosión de Durango, el segundo vehículo, con matrícula de Portugal, estalló en las campas de Jauregibarria de Zornotza. Según señalaron las agencias, citando las mismas fuentes, este coche, un Seat Ibiza, habría sido alquilado en mayo en la localidad portuguesa de Cuarteira, en El Algarve, y recogido en Oporto. Este hecho llevó a Mesquida a valorar que «parece confirmar que ETA puede tener algún tipo de infraestructura en Portugal». A este respecto, la Policía Judicial lusa confirmó que está colaborando con las autoridades españolas en la investigación del atentado. Mesquida, al parecer, habría hablado ayer con el máximo responsable del cuerpo policial portugués, Alipio Ribeiro, aunque éste, por la tarde, rechazó que la organización armada tenga una infraestructura estable en su país.

La posible presencia de militantes de ETA en Portugal fue comentada en junio pasado, después de que un coche fuera abandonado con 115 kilos de explosivos en una carretera cercana a la localidad de Ayamonte, en Huelva, en dirección al país luso, y ayer mismo. El vehículo había sido alquilado dos días antes en Lisboa. El ministro de Interior español, Alfredo Pérez Rubalcaba, se puso ayer en contacto con su homólogo, Rui Pereira, para compartir datos sobre las investigaciones.

La furgoneta que explosionó ayer, por otra parte, había sido robada y llevaba matrículas de Donostia. Su dueño, vecino de Gatika, no se había percatado del robo y hacía un par de días que no pasaba por el lugar en que se hallaba aparcada.

A este respecto, Mesquida manifestó que el hecho de que la furgoneta pudiera haber sido sustraída hace dos días y ocultada durante ese tiempo, también le lleva a pensar que ETA cuenta con insfraestructura en Bizkaia.

El máximo responsable de la Policía española y de la Guardia Civil, además, se reunió por la tarde en Bilbo con distintos mandos policiales, como los responsables de información de la Guardia Civil, para analizar la situación tras la acción armada de ETA contra el cuartel del instituto militar.

En la reunión, que se celebró en la subdelegación del Gobierno español en Bizkaia, participó también el delegado del Ejecutivo en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, Paulino Luesma, y el subdelegado en Bizkaia, Miguel Angel Fernández.

Por otra parte, el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón se hizo cargo de la instrucción judicial del atentado y abrió un sumario por la comisión de un «delito de estragos terroristas», dos de «atentado con resultado de lesiones» y otros dos por «tentativa de asesinato» en relación con el mismo. El juez español, además, podría ampliar estas imputaciones una vez que exista una estimación total de las personas que han podido resultar afectadas por la explosión.

Garzón, que se halla de guardia en la Audiencia Nacional, ha decretado el secreto de sumario y recibirá en su Juzgado, el número 5, los atestados policiales relacionados con el caso.

No es el primer atentado

El de ayer no es el primer atentado que sufre el cuartel de la Guardia Civil en Durango. Así, el 31 de marzo de 1984, ETA lanzó granadas contra el edificio, mientras que el 23 de julio de 1986 dos tubos lanzagranadas con proyectiles anticarro y antipersona fueron localizados antes de que las granadas fueran disparadas e hicieran explosión en el cuartel.

Trece años después, la explosión de la furgoneta bomba ha dejado muy maltrecho el inmueble utilizado por el instituto militar español en esta localidad de Bizkaia.