El otro día venía de la cárcel de Herrera de la Mancha de ver a un amigo y me resultó paradójico ver los paneles informativos que indican los muertos que hay en las carreteras españolas con el ánimo de que levantes el pie del acelerador y te pienses dos veces correr mucho. Cuando han alejado a cientos de kilómetros a los presos vascos, las muertes que ha habido hasta el día de hoy no son muertes cualquiera, son tristemente asesinatos en potencia provocados por la política de dispersión, aunque las metan en su lista de accidentes. Sé que con estas palabras no digo nada nuevo a nadie, pero quería recordar a todos los que se juegan los fines de semana la vida en la carretera para visitar tan sólo cuarenta minutos a sus seres queridos.