Miles de «personas de a bien» cruzaron la puerta de la villa de Artziniega
En Goienkale se podía degustrar mermelada de ortiga, perejil o cebolla; en Artekale ver cerdos, conejos y pavos; en Beheko Kalea cómo es esculpida la piedra. La villa de Artziniega retroció 500 años por un día y los miles de visitantes lo volvieron a agradecer.
Joseba VIVANCO
«Que aquellos que tuvieren sus mesuras en desafuero o provocaren altercados, fuesen punidos por la ley y para que entren al mercado todas las personas de a bien, abrimos la puerta de la Villa». Con estas palabras quedaba inaugurada, a primera hora de la mañana de ayer, una nueva edición, la décima ya, del mercado de antaño en la villa alavesa de Artziniega.
Se anunciaba día soleado y altas temperaturas, pero al final las nubes cubrieron el cielo y el termómetro estuvo moderado. Ambas cosas las agradecieron los miles y miles de visitantes que un año más no quisieron perderse esta feria que retrotaea a esta localidad quinientos años atrás, justo cuando se erigió el santuario de Nuestra Señora de la Encina.
Ni un sólo detalle dejó pasar por alto la organización de esta mercado, la asociación Dolaretxe, que convirtió las tres calles del casco histórico en un gran mercado, en el que tomaron parte nada menos que 43 puestos colocados por los propios vecinos en los que se vendían y mostraban desde frutas a pan, quesos, aceite de hipérico, sidra, pasteles de arroz, bombones y pacharán artesanos, rosquillas de las monjas, cometas,... incluso este año se podía descubrir entre tantos puestos uno que vendía `tangas' de tela de fardo elaboradas allí mismo, al módico precio de 50 céntimos.
A ellos se sumaban más de medio centenar de puestos de artesanos foráneos que mostraban sus productos o sus oficios, tratando de atraer la atención de un público al que cada vez es más difícil de sorprender debido al importante auge de las ferias medievales.
Este año la fragua no abrió sus puertas por unas obras, tampoco se pudo habilitar el lugar donde la otrora poderosa Santa Inquisición mostraba todas sus herramientas y métodos de tortura. Sin embargo, una de las atracciones volvió a ser el llamado `arca de Ginés', que reunió a una buena representación de animales de granja, donde nunca falta la cerda con toda su prole.
A su lado, la zona infantil es habilitada para la ocasión en una verdadera guardería medieval. En Goiko Plaza, los miembros del Museo Etnográfico mostraron uno de esos antiguos oficios, esta vez la elaboración de la abarca. A su lado, una inigualable colección de tocados de las mujeres de la época, que este año incluyó también un desfile.
Los pintores y sus pinturas
Como no faltó tampoco el despiece del cerdo al mediodía, ni la actuación teatral recorriendo las calles. En esta ocasión, vecinos de la villa representaron la ``La expulsión de los últimos judíos de Artziniega'', persecuciones incluidas.
De igual manera repitió éxito la misa en latín y cantada en gregoriano en la parroquia y que concitó a numeroso público. Fieles y curiosos pudieron seguir de cerca la labor de los «pintores de la corte», una comunidad de pintores de brocha «estrecha» que moran en la villa, y que por fin terminaron los trabajos que iniciaron tiempo atrás en las dos bóvedas del pórtico del templo.
En la primera bóveda, y a la antigua usanza, plasmaron en sus techos las imágenes de los cuatro evangelistas y de las ocho advocaciones de los santos que en la historia han sido venerados por los habitantes de la villa en las ocho ermitas que en tiempo existieron en Artziniega. Las imágenes llaman mucho la atención del visitante ya que podemos encontrar escondidos en las imágenes desde un teléfono móvil, a un listín de teléfonos e, incluso, se dice, un preservativo.
En la segunda bóveda, ya culminada, representa una temática profana que va desde hechos históricos acontecidos en la villa hasta imágenes costumbristas encuadrados entre edificios y calles de la villa. Así, se puede ver desde hombres jugando en el frontón a las tradicionales morcillas de la localidad.
Morcillas que fueron uno de los bocadillos y pinchos más demandados en la taberna medieval abierta, como una de las novedades de este año, y que se convirtió en todo un éxito de asistencia, tanto es así que, a pesar de no hacer excesivo calor, botellas como las de sidra y txakolí alavés se agotaron hacia las cuatro de la tarde.
El espacio para las rapaces, los caballeros y damas paseando a lomos de sus monturas, el hombre orquesta deleitando al público, una comitiva de peregrinos del Camino de Santiago, saltinbanquis, todo ello aderezado con los contínuos pasacalles del grupo local de batukada Builaka, los navarros de Tusuri y el grupo aragonés Lurte, que con su indumentaria al estilo Braveheart y gritos de guerra, animaron a los asistentes. Asistentes que, en las horas centrales del día, se veían obligados casi a pedirse permiso para caminar entre las calles de la almendra medieval, dado el gran número de personas que se acercó hasta Artziniega.
Desde la organización del emrcado se daban ya por satisfechos a primera horas de la tarde, por la gran acogida que un año más volvió a tener esta veterana cita del primer domingo de setiembre.
Los tres grupos de animación llevaron a cabo ya sobre las 20.00 el final de fiestas que, como siempre, resultó un perfecto colofón cómplice de música y baile entre actores y público. La tradicional y concurrida sopa de ajo de una hora después fue el final perfecto de un primer fin de semana de fiestas.
Además de engalanar el casco histórico con pendones, o retirar contenedores de basura y coches, la organización cuida al detalle la ocultación con sacos de señales de tráfico, buzones, cajas de la luz o carteles, para recrear un mejor ambiente.
Este año, se instaló un puesto en el que se vendieron ejemplares del libro ``La Yuca en defensa de un pueblo'', para recaudar fondos que destinar al pueblo ecuatoriano en el que trabaja el misionero local Benjamín Respaldiza.
Otro de los éxitos de esta feria es la implicación vecinal y de asociaciones locales, que este año colaboraron en ofrecer a los visitantes casi medio centenar de puestos, entre alimentación, manualidades, una granja o la elaboración de abarkas.
El pregón que, a las 10.00, en euskara y castellano, da la bienvenida a la feria desde la puerta que simboliza la antigua muralla de la villa, se retrasó algunos minutos ya que Radio Vitoria volvió a retransmitir en directo el saludo.