La Real madruga hoy para viajar a Las Palmas, donde mañana jugará una eliminatoria de Copa en la que debe continuar la línea de mejoría mostrada en Ipurua con respecto al inicio liguero ante el Castellón. Coleman parece decidido a aprovechar la Copa para avanzar en el proceso de compenetración de su equipo y buena prueba de ello es que en la convocatoria las únicas novedades llegaron con la presencia de Zubikarai y Ansotegi en lugar del lesionado Carlos Martínez y de los internacionales Stevanovic y Bravo, que tampoco podrán jugar el domingo ante el Polideportivo Ejido en Anoeta (19.00).

La Real demostró ante el Castellón y confirmó ante el Eibar que necesita tiempo para formar un equipo capaz de pelear por el ascenso. Más importante que la continuidad en la Copa en sí lo es aprovechar el partido para mejorar y conseguir una victoria que elimine la desconfianza y las dudas que persisten fuera y dentro del equipo.

Más allá de valoraciones puntuales y de opiniones sobre el rendimiento de determinados jugadores, lo más importante es que en la Real ahora los análisis son correctos. La lectura clara sacada tras el partido inicial es que había que jugar mucho más juntos, con menos distancia entre líneas y menos alegrías y que a Ipurua había que ir a tope en todas las disputas y se hizo.

Hacer lo necesario

En Ipurua Gerardo y Castillo apenas subieron en todo el partido, y eso que al vizcaino le sobra calidad y clase para hacerlo. Aranburu arriesgó mucho menos con el balón y cuando intentó jugarlo lo hizo con acierto y en situaciones en las que debe hacerlo y estuvo más cerca de Garitano. Estrada y Vaughan mantuvieron las distancias con los pivotes y con sus laterales y sólo faltó que Víctor López tuviera una mejor compenetración con Riesgo y sus compañeros en los compases iniciales del partido y que Stevanovic y Delibasic dieran el punto de calidad que la Real necesita de sus dos jugadores más adelantados.

Puede parecer triste que un equipo de la historia de la Real se tenga que conformar con ser un rival que esté a la altura del Eibar en pelea, en colocación y en las disputas, pero ése era el primer paso que cabía dar. En Segunda hay que estar a la altura del rival en estas facetas para hacer valer la mayor calidad que tienen los realistas con respecto a la mayoría de los rivales. Ahora Coleman deberá insistir en un bloque para que mejore la compenetración entre los jugadores para avanzar en ese camino y luego mejorar con el balón, porque en un césped de las características y de las dimensiones de Anoeta hay que jugar mejor con el balón para ganar partidos ante rivales que vendrán a no dejar espacios.

Un banquillo de lujo

Porque se discute mucho la calidad individual de los realistas, cuando el problema desde hace años es dar continuidad a un bloque en el que los jugadores den su mejor nivel, pero basta con ver el banquillo de Ipurua y los descartes para comprobar que la plantilla es compensada y tiene buenas alternativas.

Es un lujo que un equipo de Segunda tenga en el banquillo a un portero del nivel de Bravo, a un defensa de la experiencia de Gerardo, a un central de las grandes cualidades de Mikel González, a un medio centro internacional en todas las categorías inferiores como Markel, a un jugador por el que tres equipos han llegado a ofrecer más de dos millones como Xabi Prieto y a dos delanteros como Diaz de Zerio y Skoubo.

Y en la grada un jugador como Gari y en casa otros como Ansotegi o Elustondo. Hay muchas alternativas para mejorar y el triunfo de Ipurua debe servir para avanzar en ese proceso de consolidar un nuevo equipo que en junio pueda luchar por el ascenso.