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Jakue Pascual Sociólogo

Photoshop

La Casa Real reconoce que la instantánea de los monarcas con sus nietos era un montaje. El portavoz excusa el detalle y aduce que nunca se afirmó que la imagen institucional fuera real

Escaneo una foto y la abro, «comando o». Duplico la capa. Con la herramienta de trazado y alt silueteo la figura a eliminar. Selecciono y borro, delete. Con la herramienta tampón y alt clono las partes próximas a la selección y relleno el vacío. Después, con la herramienta parche, retoco. He suprimido a una persona de la foto... Podía haber intercambiado su cabeza por otra.

Fenton presenta a las tropas como de pic-nic en Crimea. Sus fotos no muestran caídos tras la carga de la Caballería Ligera. Alexander Gardner, en «La emboscada de un tirador sudista», coloca a un fiambre posando en una trinchera.

¿Se encontraba Tesla in situ cuando chisporrotearon los arcos voltaicos o se trata de una doble exposición fotográfica? La prueba se construye artificiosamente. El argumento del eugenista Henry H. Goddard se apoya en un truco visual, retoca fotos realizadas a niños mentalmente débiles, para que su apariencia siniestra induzca al repudio.

Quien controla el pasado controla el futuro y quien controla el presente controla el pasado, asegura Orwell. La propaganda truca fotos. Las primeras técnicas de manipulación requerían estiletes afilados para cortar y pegar. La imagen de Trosky era eliminada de la vera de Lenin y Stalin borraba literalmente a Yezhov. ¿Cuál es la verdadera historia del miliciano abatido en la foto de Capa?

Las siluetas de Franco y Hitler son superpuestas, como si nunca hubieran estado allí, sobre la fotografía de un tren estacionado en un andén vacío de Hendaia. Las «Banderas de nuestros padres» están repletas de propaganda. «Raising the flag on Iwo Jima» de Joe Rosenthal. Clint Eastwood muestra lo que resta velado tras la foto de la bandera izada sobre el monte Suribachi. Sesenta y tantos días después los soviéticos realizarán la réplica roja de Yevgeni Khaldei sobre el Reichstag.

El rostro de Oswald -según JFK- fue montado sobre una foto en la que una persona empuñaba un rifle Mannlicher-Carcano, como el que atentó contra Kennedy.

La manipulación fotográfica es un arte que se implementa con el desarrollo técnico, y las dudas sobre la autenticidad de muchas fotografías históricas persisten. La NASA añadió una banda negra a la foto de Aldrin en la luna. El cormorán pringado de crudo en la Guerra del Golfo era de Alaska. Un corresponsal de Reuters retoca la columna de humo del bombardeado Beirut. «El País» publica un fotomontaje donde la supresión de una mujer acerca a Acebes y a la hermana de Miguel Angel Blanco. Y, en el «New York Times», una persona muerta en una foto campa en la siguiente entre los escombros.

El poder no escapa a la tentación de la manipulación fotográfica, y la Casa Real reconoce que la instantánea de los monarcas con sus nietos era un montaje. El portavoz excusa el detalle y aduce que nunca se afirmó que la imagen institucional fuera real. Si lo Real no es real queda el simulacro. Ni el atlético Sarkozy se salva de la cirugía de michelines que «París Match» le efectúa con Photoshop.

Manipulaciones digitales, puestas en escena premeditadas e imágenes descontextualizadas. Toda fotografía es una mentira -afirma Fontcuberta- que nos hará desdichados -añade Baudelaire- si avanza por lo imaginario hasta atrapar nuestra alma.

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